Consignemos entonces que Nintendo, hasta cierto punto, se ha quedado dormido en los laureles.
Ante la dominancia absoluta del mercado de videojuegos en los últimos años, hay que ser justos y decir que al mismo tiempo, la compañía nipona no ha sacado juegos que realmente impacten más allá de renovaciones, remakes y compilaciones de sus propios juegos.
Pero la última apuesta para el 2009, si bien cae en el mismo saco, es una mini jugada maestra.
Porque si bien el nuevo Super Mario Wii no es una tremenda novedad en términos de jugabilidad y diseño, si es una excelente apuesta para fortalecer ese puente generacional que se crea por entre la generación que originalmente jugó Nintendo –y los Super Mario originales– y sus hijos.
Gracias a su enfoque colaborativo, en donde hasta cuatro personas pueden jugar simultáneamente en la misma consola, este título, basado sin ningún tipo de vergüenza en el Super Mario 3 de fines de los 80s, es la ocasión ideal para que adultos jóvenes estén con sus retoños con un juego que otorgue nostalgia, novedad y diversión colaborativa al mismo tiempo.
En eso, Nintendo casi no tiene parangón. Hay que reconocerlo.