La espera llegó a su fin. No me refiero a este día, en que Bola Extra ha resucitado (eso viene después).
Me refiero a la Entertainment Electronic Expo de este año. La E3 2013. O el evento más importante de la industria de videojuegos en el mundo, en donde saldremos de dudas respecto a las consolas de la próxima generación. O actual ya, a estas alturas.
Hasta el día de hoy, vaya que hubo dudas. Los teasers de las presentaciones que se mostraron en febrero y hace algunas semanas para Sony y Microsoft, respectivamente, efectivamente dejaron a más gente rascándose la cabeza que con la boca abierta.
Y como suele suceder, horas antes de que el Los Angeles Convention Center abriera sus puertas para recibir a los cerca de 70 mil asistentes que asisten a la E3, los grandes han mostrado sus cartas. Y también, como es habitual, Microsoft abrió los fuegos.
La presentación, inundada de verde, comenzó con un suculento video que mostraba un largo trailer del nuevo Metal Gear Solid: Phantom Pain. Luego, aparecieron brevemente sobre el escenario Don Mattrick y el gran Hideo Kojima, creador de la saga.
Posteriormente, distintos ejecutivos de Microsoft y desarrolladores presentaron las distintas novedades. Y esta vez Microsoft escuchó: se mostraron juegos a mansalva.
Se habló de juegos gratis para usuarios de Xbox Gold, tal como sucede con PlayStation Plus. Se mostró la versión para la Xbox del popular World of Tanks, se anunció la secuela al Dark Souls y luego la cosa se puso mucho más interesante: Crytek y su CEO, Cevat Yerli, mostraron Ryse: Son of Rome, una detallada y violenta aventura entre romanos que se veía alucinante.
De ahí en adelante, hubo un desfile de juegos, en los cuales me detendré más adelante. Todos tenían su cuota de atractivo, ya sea por la creatividad del Proyect Spark, la nostalgia del remozado Killer Instinct o la belleza del Forza 5.