«Sandbox” es literalmente una caja de arena y se refiere a esos espacios en los jardines donde cuando chicos solíamos jugar. Pues bien, hoy en día esa palabra puede ser referida a todo un género de videojuegos que representan la libertad de poder hacer lo que queramos dentro de cierto entorno.
Claro, porque a diferencia de cualquier otro género más tradicional, en donde estamos comandados a seguir estructuras narrativas pre definidas, en este tipo de juegos, si bien hay misiones que hacen avanzar la historia, finalmente las opciones del jugador están sobre la mesa para que éste disponga de ellas de la manera que le sea más pertinente. No hay obligación de llevar a cabo algo. Todo es a gusto del consumidor.
Y vaya que hay buenos ejemplos de esto. Desde los orígenes del sandbox-ismo (o free roaming) con el Grand Theft Auto a ejemplos más novedosos como el Just Cause 2, el Crackdown 2 o el Red Dead Redemption, todo el mundo está jugando algún juego sandbox.
Si bien hay antecedentes de juegos previos que explotaban este concepto, se le atribuye a la polémica saga Grand Theft Auto el carácter de papá de estos juegos donde básicamente tenemos una ciudad o entorno con distintas actividades en donde el jugador puede llevarlas a cabo de múltiples maneras.
El éxito de esta franquicia ha llevado a que este tipo de aventuras se hayan transformado en todo un género. Así, últimamente hemos tenido notables ejemplos como el Red Dead Redemption (ambientado en el far west americano), el Prototype y el mismo Grand Theft Auto IV (ambientado en Liberty City, que no es otra cosa que Nueva York), junto con el Just Cause (situado en una un archipiélago tropical en el sudeste asiático).
Pero además, esta semana acaba de debutar el Crackdown 2, secuela exclusiva para la Xbox 360 de uno de los buenos títulos que debutaron en esta generación y que justamente se sitúa en el género sandbox.
En este caso, tenemos a una agencia de elite de súper policías que deben detener a diversas pandillas de maleantes en la fiticia localidad de Pacific City, una moderna urbe llena de rascacielos y avenidas en donde se puede transitar libremente a pie o en diversos vehículos.
Y por cierto, se pueden trepar todos los edificios y llegar a lo más alto de la ciudad. Si se quiere, claro está. La cosa es detener a los malos. Da lo mismo cómo se haga. La cosa es pasarla bien. Tal como pasaba en esas viejas cajas de arena.