Recientemente, Microsoft estrenó un nuevo paquete para el ecosistema Xbox que tiene una gran peculiaridad que la hace tremendamente relevante: el pack no incluye consola. Así tal cual.
El bundle incluye además un control inalámbrico blanco, un mes gratis de acceso a Xbox Game Pass y acá lo más importante: un Amazon Fire Stick 4K para la tele que viene con la app de Xbox preinstalada. Todo el pack queda en módicos $79 dólares.
Y considerando que los precios de las actuales consolas fluctúan entre los $300 y los $500 dólares, la oferta no está nada de mal, más allá del costo individual por producto. Es una alternativa y, de seguro, habrá público para este tipo de ofertas.
Este momento era algo que veíamos venir hace mucho tiempo, con el advenimiento y masificación de la banda ancha casera y los múltiples servicios de streaming disponibles. Eso, además, sin contar el buen negocio con son las bibliotecas de videojuegos.
Todo lo anterior ha generado, de nuevo, algo que no puede ser sorpresa: la exclusión del hardware principal -la consola– a la hora de acceder a videojuegos. Quizás se preveía para más adelante, dentro quizás de la década.
Pero no. Parece que el momento, finalmente, ha llegado.