Es indiscutible: el Call of Duty: Modern Warfare 2 (MW2 de ahora en adelante) no sólo se ha transformado en el videojuego más exitoso y vendido de los últimos tiempos, sino también en EL evento que ha tenido la industria del entertainment durante este año.
Porque ninguna película, disco o libro ha podido causar tanto récord en ventas –casi 5 millones de copias vendidas en sólo 24 horas y más de US$ 600 millones en tan solo la primera semana– e impacto en la cultura pop de fin de año.
Es que todos hablan del MW2 como la gran franquicia de enfrentamientos bélicos modernos en primera persona de propiedad de Activision (y desarrollado por la californiana Infinity Ward)
Y si bien analistas y fanáticos daban por sentado lo anterior, nadie pudo anticipar las repercusiones que iba a traer la inclusión de ciertos elementos dentro del juego que han levantado una inusitada polémica.
Se trata de una secuencia, titulada “No Russian”, en donde un agente de la CIA, infiltrado en un grupo terrorista ultranacionalista ruso, debe disparar a mansalva contra cientos de civiles inocentes y desarmados dentro de un aeropuerto.
La secuencia no sólo eriza los pelos por la violencia y crueldad de la masacre. También, porque es uno mismo quien debe descargar cientos de balas sobre unas pobres personas que sólo esperaban un avión. El resultado es de verdad escalofriante. Intenso. Y genial.
Es en estos momentos en donde se puede percibir claramente a los videojuegos –el medio– como una experiencia trascendental en donde no sólo se ve o se imagina una situación relatada. Prácticamente, se vive. Pura realidad virtual, pero también emocional.
Lógicamente, el episodio ha causado alto revuelo en diversos países, y especialmente en Rusia. Activision y la crítica han defendido la secuencia arguyendo que es una etapa importante en el desarrollo del juego y que sirve como catalizador para entender la maldad de los enemigos.
Todo el concepto por cierto que es discutible. Y esa es la gracia. Porque esto es la confirmación absoluta de que los videojuegos son parte de una forma de entretenimiento definitivamente adulta.