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WCG: La Venganza de los Nerds

¿Cómo son los World Cyber Games por dentro? A lo mejor cuesta imaginar el concepto, pero digamos que en términos muy básicos, es como un tarreo gigante, con producción casi hollywoodense y muy, muy cosmopolita.

Claro, estar allá y ser testigo del evento -que dura varios días-, otorga una perspectiva que hace que cualquier experiencia similar quede no sólo chica, si no que derechamente en pañales.

El año pasado tuve la suerte de asistir a los World Cyber Games 2009, que se realizaron en Chengdú, China con la idea de cubrir los pormenores del evento para la revista Qué Pasa, donde colaboro. Y fue una experiencia alucinante. Tanto por la experiencia de conocer China como por ser testigo de la competencia misma.

Los dejo entonces con la crónica publicada en esas páginas, en noviembre del 2009, para que se hagan una idea, entender el concepto y para enterarse cómo fue la (discreta) participación que Chile tuvo en ese evento…

¿Cómo son los World Cyber Games por dentro? A lo mejor cuesta imaginar el concepto, pero digamos que en términos muy básicos, es como un tarreo gigante, con producción casi hollywoodense y muy, muy cosmopolita. Estar allá y ser testigo del evento -que dura varios días-, otorga una perspectiva que hace que cualquier experiencia similar quede no sólo chica, si no que derechamente en pañales.

El año pasado tuve la suerte de asistir a los World Cyber Games 2009, que se realizaron en Chengdú, China con la idea de cubrir los pormenores del evento para la revista Qué Pasa, donde colaboro.

Y fue una experiencia alucinante. Tanto por la experiencia de conocer China como por ser testigo de la competencia misma. Los dejo entonces con la crónica publicada en esas páginas, en noviembre del 2009, para que se hagan una idea, entender el concepto y para enterarse cómo fue la (discreta) participación que Chile tuvo en ese evento:

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Las selecciones de Alemania y Rusia se miden en un vibrante partido de fútbol. Miles de espectadores observan atentos el desarrollo del encuentro en pantallas gigantes. Y cuando Alemania anota el tanto de la victoria, el comentarista grita el gol y el público estalla en una ovación de cánticos y abrazos dirigida al único jugador alemán que realmente está jugando y que ni siquiera se tuvo que atar un estoperol: un chico de 23 años que se hace llamar “kr0ne”.

Porque el match no es entre selecciones reales, si no que entre videojugadores. Muchos de ellos, profesionales. Ciberdeportistas si se quiere. Y es el ambiente que se vive en una nueva versión de los World Cyber Games, lo más cercano a unos Juegos Olímpicos digitales.

Y es que el match, en verdad, es una competencia de FIFA 09. El título de Electronic Arts es uno de los tantos videojuegos que miden el talento de chicos de todo el mundo en una nueva versión de lo que también se conoce como los WCG, la competencia de videojuegos más grande e importante del mundo, según certifica el Guiness Book of World Records, y que este año de desarrollaron en Chengdú, China, entre el 11 y el 15 de noviembre.

Puede que el evento sea algo más para geeks que para atletas verdaderos, es cierto, pero eso no quita que detrás haya negocios serios, un sano espíritu de competencia y camaradería y mucho dinero involucrado, además de un fuertísimo orgullo nacional por cada país participante.

GAMERS = ROCKSTARS

Chengdú es la ciudad occidental más importante de China. Con cerca de 12 millones de habitantes, se ubica al suroeste del país y es la capital de la provincia de Sichuan. Conocida por tener una de las reservas de osos panda más grande del país –a tal punto que el animal es símbolo en taxis, cigarrillos y locales comerciales–, también es un foco tecnológico y de inversiones. Sin ir más lejos, prácticamente en cada esquina se ven nuevas y gigantes edificaciones. Es una ciudad que hierve en desarrollo.

Los WCG 2009 se desarrollan justamente acá, en el International Convention & Exhibition Center, un nuevo, gigantesco y muy moderno complejo de galpones acondicionados, centros comerciales de lujo, restaurantes y siete hoteles que se ubica en la periferia de la ciudad. Acá ocurre todo, en cinco días de competencia y videojuegos.

La dinámica de estas competencia se basa en torneos sustentados en tres plataformas distintas: PC, Xbox 360 (la consola de Microsoft) y celulares. Cada una presenta juegos de distinto género: peleas one-on-one, estrategia, disparos, carreras automovilísticas, deportes y simuladores de ritmo. Cada país puede enviar la cantidad de representantes que estime conveniente por juego, como equipo o de manera individual.

¿Los títulos? De todo para todos los gustos. En total son 12 videojuegos, pero entre los más populares tenemos al Starcraft: Brood War y el Warcraft III: The Frozen Throne, es decir, juegos de estrategia online en tiempo real.

Pero también están el clásico, polémico e incombustible Counter-Strike, el juego de disparos en primera persona que enfrenta a comandos y terroristas, el juego francés de carreras TrackMania Nations Forever, el ya mencionado FIFA 09, el Virtua Fighter 5 como juego de peleas y el Guitar Hero: World Tour, en el novedoso apartado de los videojuegos de ritmo. Mientras, en celulares, la estrella es el juego de carreras urbanas Asphalt 4: Elite Racing, de Gameloft.

Este año, Chile volvió a participar en los WCG, luego de una ausencia de casi un lustro. La presencia fue encarnada en un solo competidor.

Es muy probable que muchos de estos chicos, cuyas edades no sobrepasan en promedio los 23 años, hayan sido alguno de los clásicos casos en donde sus pares y sus padres consideraban que jugar videojuegos era perder el tiempo.

Pues bien, he aquí su venganza: auspiciados por grandes compañías, estos muchachos hoy recorren el mundo en competencias, apariciones públicas y exhibiciones, ganan miles y miles de dólares al mes y lo más importante: son tratados como verdaderas estrellas de rock desatando la locura y el delirio cuando pasan entre los fanáticos que los reconocen. Como si fueran los Jonas Brothers o el Mago Valdivia.

Es cosa de ver el fenómeno que se produce en estos eventos cuando, de repente, un chico es asaltado por una horda de adolescentes –preferentemente orientales– que con gritos y chillidos demandan abrazos, autógrafos y fotografías como si de verdad se tratara estrellas de cine.

MÁS ALLÁ DEL JUEGO

El ambiente en los salones en los WGC es algo totalmente único. De partida, el lugar es enorme, vasto, y en todos lados se ven paneles, posters, gigantografías, avisos publicitarios o banners relacionados con videojuegos. La gente circula como hormigas todo el día, mientras ciertos sectores agolpan gente que exclama “oooh!” y “aaah!” frente a las pantallas que muestran las competencias.

De repente, fuertes gritos de algarabía: uno de los competidores ha resultado victorioso. A los pocos segundos, un enjambre de gente y cámaras fotográficas se acercan para felicitar e inmortalizar al ganador. La escena se repite varias veces al día.

Los dos tremendos salones que albergan los WCG tienen un aire como a la vieja FISA, con varios sectores y stands de marcas relacionadas con el mundo gamer como Samsung –auspiciador mundial del evento– o AMD y publishers como Ubisosft y THQ que ofrecen sus productos y novedades.

Hay stands, computadores de diversos calibre, hay consolas, celulares, gadgets, mucha pantallas HD de distintos tamaño y videojuegos por todos lados. Todo muy vistoso e impresionante. De verdad, se respira videojuegos. Como esa sensación inicial al entrar a un Delta cuando uno era chico.

Casi siempre hay promotoras y modelos orientales disfrazadas ad hoc entregando volantes o invitando a pasar a los stands. Hay mucho curioso dando vuelta que se acerca, juego algo que esté en demostración, se queda pegado unos minutos y se retira muerto de la risa. Me incluyo en ese grupo.

Pero donde la atención es realmente acaparada es al lado, en el salón contiguo. Allí es donde se desarrollan los torneos. En su primera mitad, la sala presenta decenas  de sectores con filas de computadores, perfectamente alineados, listos para comenzar aguantar los avatares de la batalla.

Y cuando esta comienza, los jugadores se concentran hipnotizados frente a las pantallas con sus audífonos –como si fuesen controladores aéreos– tratando de anotar un gol, destruir un fuerte o llenar de plomo al contrincante. Tras ellos, una muralla de no más de un metro que separa a los espectadores que, agolpados y sacando fotografías en todo momento, siguen la acción que se prolonga non-stop entre el mediodía y las siete de la tarde, cuando afuera ya está oscuro y frío en Chengdú.

Entre medio, algunas finales o semifinales se desarrollan en el auditorio, que está más adelante y en donde se realizó la inauguración. Sobre el escenario, dos casetas o espacios delimitados con los contrincantes. Encima, enormes pantallas LCD de alta definición. El público sigue atentamente los juegos y vitorea, como en cualquier evento deportivo tradicional, cuando alguno de los equipos gana.

Ahora, aclaremos: no es necesariamente la venganza de los nerds. Hay tipos que por cierto calzan con la imagen clásica que uno tiene en la cabeza. Algunos, incluso, andaban junto a sus madres.

Pero el carácter general, tanto de los competidores como de los asistentes, es de gente absolutamente normal y que llena todos los cánones de carácter que podría representar un veinteañero, desde pokemones a chicos cool. También, hay que reconocer que los videojuegos hace rato dejaron de ser un pasatiempo para cerebritos.

EL SUEÑO DEL PIBE

Pablo Bustos tiene 22 años, estudia Ingeniería Civil Eléctrica y es de Quilpué. No se considera un gamer, pero sí reconoce ser un fanático absoluto del Starcraft, título creado en 1998 por los genios de la norteamericana Blizzard –los mismos del ultra popular World of Warcraft– y para muchos el mejor videojuego de estrategia en tiempo real disponible.

Es más, a diez años de haber salido al mercado, sigue siendo inmensamente popular al punto de ser uno de los más requeridos juegos en competencia en los WGC.

Bustos fue el ganador de las eliminatorias chilenas que se desarrollaron en nuestro país, auspiciadas por Movistar Chile, durante todo un intenso y electrizante fin de semana. Contó con stands, comentaristas en vivo y cientos de espectadores que se congregaron en los salones del edificio de esa compañía telefónica en Providencia, y en donde decenas de competidores midieron sus fuerzas en este juego. Por cierto, Starcraft fue el videojuego elegido por los organizadores ya que es uno de los títulos más populares en nuestro país.

La tarde del domingo 18 de octubre, un emocionado Bustos recibió la medalla que lo coronó como campeón de la eliminatoria y el anuncio que sería el representante chileno en los WGC de este año.

Semanas más tarde a las eliminatorias en Santiago, el chico de Quilpué camina por las amplias calles del complejo. No está nervioso, porque sabe que se va a enfrentar a verdaderas leyendas de este juego. Muchos de ellos, incluso, han ganado pasadas competencias y son reconocidos a nivel mundial. “Conozco mis limitaciones”, confiesa, “pero trataré de dar todo lo que pueda”. Pero sí se le ve boquiabierto frente a la envergadura del evento. No es para menos.

El día del torneo, los salones están atiborrados de gente. Es sorprendente constatar el nivel de profesionalismo de los jugadores y el nivel de organización del evento. Bustos saluda a algunos colegas mexicanos y peruanos que participan y en éste y otros eventos. Los conoció a través de foros en Internet. Pocos minutos después, llega la hora del primer match.

En la primera ronda de competencias, los competidores se ubican uno frente a otro en grupos de ocho. Bustos se sitúa frente al computador, ubica su teclado personal PCtronix y su mouse, y se apresta para la lucha. El primer contrincante del chileno es un ruso. Y comienza la batalla. Si uno no conoce el universo del Starcraft, cuesta distinguir exactamente qué es lo que sucede en pantalla.

Pero Bustos –y todos los competidores– agitan sus manos y teclean con extrema velocidad. La concentración de los jugadores es algo impresionante. Árbitros vestidos a la usanza norteamericana, con poleras blanco y  negro listadas, supervisan atentos  la competencia. Tensión.

Luego de unos 20 minutos, el chileno se para y cruza los brazos. Ha sido derrotado, por poco. Se da vuelta y exclama “Iba ganando, no se cómo perdí”. Lamentablemente, el resto de las partidas fueron igualmente olvidables. El primer round constaba de seis partidas y el chileno sólo pudo triunfar en la última contra Malasia. Fue algo así como el gol del honor.

Más tarde, en el comedor de los jugadores –lo más cercano a la Torre de Babel dada la ensalada de idiomas que llenan el ambiente–, un levemente frustrado Bustos comenta “Lo tenía al ruso, no sé como me dio vuelta y me ganó. Eso me desmoronó emocionalmente. Y eso que cuando mejor juego es cuando estoy bajo presión. Así gané las eliminatorias”.

Puede ser, pero la confesión no deja de tener algo de ingenuidad. Porque convengamos que el chileno se enfrentó a la créme de la créme en estas materias. Estamos hablando de videojugadores profesionales que viven de esto y es su “trabajo” diario. Honestamente, después de ver jugar a coreanos y europeos, las posibilidades reales de Bustos eran decididamente escasas.

Pero al menos, conoció China y puso un pequeño grano de arena en la historia de Chile en el demandante plano de los videojuegos competitivos. Ahora sólo queda seguir conociendo China, ver las finales y trabajar duro para que la presencia chilena el 2010, en Los Ángeles, sea mayor. Justo para el décimo aniversario de los WCG y justo para el bicentenario de Chile.

EL ÚLTIMO BOSS

Las últimas 48 horas del evento comienzan con un aumento en los gritos de victoria de los asistentes. Se hacen más comunes. Uno puede estar viendo una semifinal de Virtua Fighter y al otro extremo de la sala se escuchan ovaciones. Debe ser entonces que el Warcraft tiene un nuevo ganador. El medallero comienza a tomar forma y los premios, a acumularse. Los favoritos se perfilan. Y los equipos que se acercan a la final se juntan de brazos cruzados, en círculo, y se dan ánimo. Mentalidad ganadora. Y comienza una nueva batalla.

Al final, no hubo tanta sorpresa entre los ganadores. Corea del Sur, favorito desde un principio, acaparó la mayoría de las medallas y fue el país ganador de la competencia. Lo siguió Suecia y luego Alemania. Y consignemos que Brasil fue el país latinoamericano que dejó en alto el honor gamer de la región ganando el oro en el Guitar Hero y teniendo una destacada participación.

Y mientras los World Cyber Games entran a su clausura, dos cosas fueron evidentes para los más de 82 mil espectadores y 600 periodistas presentes: una, que más allá de triunfos y derrotas, todos se fueron felices; y dos, que los videojuegos en el mundo dejaron hace mucho rato de ser un juego para niños. Ahora, los videojugadores son adultos y profesionales.