En videojuegos hay títulos que se asocian de inmediato con géneros específicos. Uno sabe que Pro Evolution Soccer es sinónimo de fútbol, Call of Duty es disparos bélicos en primera persona y que Mario es el rey de los juegos de plataforma. Así mismo, entonces, podemos decir que Need for Speed es lo mismo que carreras automovilísticas de alta velocidad.
Por lejos la franquicia más popular de este género, podemos decir también que es la más exitosa en términos de ventas, con más de 100 millones de copias vendidas a lo largo de los 16 años de vida de la saga, que debutó como The Need for Speed en 1994, como juego exclusivo de la desaparecida consola 3DO.
Hoy, tras casi 20 juegos distintos, Electronic Arts, casa publicadora del juego, ha decidido dar el paso de moda en relación a franquicias populares: sacar una versión gratuita y exclusiva para computadores.
Acá la idea es competir literalmente contra el mundo, en un modelo muy distinto al tradicional, es decir, a comprare un juego físico. En vez, en Need for Speed: World sólo basta inscribirse, descargar el “cliente” del juego y voilá. Ya estamos participando en competencias y escapando de la ley.
La idea del juego es ser un gran y vasto escenario urbano de carreras en donde jugadores de todo el mundo se puedan encontrar y competir entre sí. Todo gratis. Suena bien.
¿Qué gana Electronic Arts? Fácil: venta por publicidad –dentro del mundo del juego, claro está– y la opción de que los jugadores vayan progresivamente comprando paquetes de mejoras para sus autos y accesorios varios.
De hecho, el juego no progresa a no ser que se descargue un “starter pack” de US $20. Pero no es estrictamente necesario.
Es el famoso concepto del freemium, concepto popularizado por Fred Wilson y el creador de la revista Wired, Chris Anderson, pero esta vez aplicado a videojuegos. Y queremos más de éstos.