Y para celebrarlo decidió nada menos que realizar su cumpleaños en un salón con 30
flippers. Pinball y videojuegos. Su colección personal. Una cosa única. E invitó a un puñado de amigos, además del suscrito (una vez más, se agradece).Desde el rarísimo e hipnótico Video Pinball (un "simulador" de flipper con background dibujado y luces LED hecho por Atari en 1978), al Time Pilot original, a un gabinete M.A.M.E. fácilmente manejable con cientos de roms originales. O sea, jugar de a dos con el Double Dragon, Bubble Bobble o Golden Axe se podía. Con los flippers era lo mismo: desde clásicos electromecánicos como el Hot Tip, el Cleopatra o el Golden Arrow a modelitos más modernos como el Twilight Zone o el White Water. Uf.
Todo esto, mientras desfilaban platos con tapaditos, snacks, fruta y el infaltable componente etílico. Los invitados, poco más 20 personas, estaban todos extasiados. Todo era demasiado perfecto e ideal. Un verdadero trip a la calle de los recuerdos. Porque, en serio, creo que esto es por lejos la experiencia más perfecta que he tenido para replicar un arcade desde la última vez que pisé un Delta.
Aguayo es un maestro, un ídolo. Él se considera un mensajero, un monaguillo que sólo busca y desea que otros -como uno- puedan disfrutar del placer de jugar un buen flipper en buen estado. Pero su cruzada, para mi gusto es más bien mesiánica. Loable. Realmente loable. Desde esta tribuna, le mandamos un fuerte aplaudo (de pie) a este muchacho que simplemente cfree que el pasado no tiene por qué morir.