No es primera vez que sucede, por supuesto. Pero son los riesgos de hacer un juego de manera independiente en el garaje de tu casa. Flappy Bird, el nuevo (?) y exitosísimo juego casual que es sensación en aparatos móviles, ha llegado a su fin y ya fue retirado de tiendas virtuales.
El motivo: su solitario creador, el vietnamita Nguyen Ha Dong dijo, literalmente, a través de su cuenta de Twitter, que “no daba más”. Lo anterior, debido a los numerosísimos mensajes de odio hacia su persona –amenazas de muerte incluidas–, en donde lo acusaban de copiar otros juegos más populares y por supuesto, lo trolearon por toneladas debido a su ridícula dificultad. Como siempre suele pasar en Internet.
Sucedió el año pasado con Phil Fish, quien no aguantó la presión de la red por la secuela de su juego Fez, y abandonó la industria. Así no más. Acá sucedió algo similar, con la diferencia que el creador del juego es un tipo que vive en Hanoi e hizo el título en apenas tres días.
Lo curioso es que el juego –que es pobre, adictivo y frustrante en su mecánica y diseño– se ha transformado en una aplicación de culto, más allá de su éxito previo. La fiebre por Flappy Bird ha mostrado ejemplos como celulares que vienen pre cargados con el juego, a la venta por 100 dólares en portales de compra como eBay. La fiebre aún continúa.
Pero hoy, formalmente, el videojuego ya no existe. Y quién sabe qué pasará con su creador. Curioso destino para la aplicación que se transformó de la noche a la mañana en una locura. Mientras tanto, siempre tendremos la versión emulada y criolla del juego.