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[Reseña] The Legend of Zelda: Echoes of the Spirits

Especificaciones técnicas

  • Estudio Nintendo EPD
  • Publisher Nintendo
  • Plataformas Nintendo Switch

Por primera vez desde que debutara esta icónica franquicia de Nintendo en los 80s, ahora se puede jugar, finalmente, como la mismísima princesa Zelda.

Por Alejandro Alaluf

 

Desde los inicios de esta popular franquicia creada en 1986 por Shigeru Miyamoto -también papá de Mario, Donkey Kong, Kirby y un sinfín de personajes de Nintendo-, las múltiples aventuras de La Leyenda de Zelda siempre han sido protagonizadas por Link, el valiente guerrero de túnica verde que, junto a su fiel espada y escudo, logra salvar el día.

Zelda, como personaje, con suerte aparece hacia el final. Brevemente. Y aun así, dentro de los anales de la cultura pop, todavía existe demasiada gente que cree que el personaje de Zelda es… Link.

Y claro, no. Link ha sido eternamente el héroe y el principal protagonista del juego en todas sus diversas encarnaciones a través de múltiples plataformas y generaciones de consolas de Nintendo. Por qué a Nintendo se le ocurrió dar esta vuelta de tuerca ahora, no lo sabemos, pero es una alteración bienvenida. Al menos, en términos narrativos.

El juego es presentado en una estética retro muy cuidada y estilizada, no muy distinta a lo que hizo Nintendo con el Link’s Awakening, con personajes y entornos con una estética muy de 8 bits. Casi que los personajes parecen juguetitos.

Lo interesante es que esta apuesta gráfica funciona de manera multiuso, en donde, sea utilizando la Switch de manera personal o conectada a un televisor, el sacrificio gráfico no es tan grande ni tan severo como para perder la inmersión.

Personalmente -quizás por un tema de edad-, experimentar videojuegos diseñados para una pantalla de buen tamaño en aparatos portátiles me resta. Es lógico el cambio y la ocasión de ello sólo lo permito, justamente, cuando no tengo una tele cerca.

También hay un tema de nostalgia incrustado en todos los rincones del juego, que funciona de una manera muy cálida, especialmente para quienes ya somos algo mayores y jugamos los juegos originales durante los años 80s.

Las mecánicas dele juego son sumamente tradicionales, especialmente para quienes se criaron con este tipo de juegos décadas atrás. Todo, combinando escenarios de combate y sigilo, a partir de un poder mágico -los famosos “ecos”- que le permite al jugador adaptar diferentes objetos creativamente dependiendo de las necesidades. Un poco en la onda de los puzles ambientales.

No lo esconderé: hay que subrayar “creativamente”, porque hay que tener mucha imaginación para resolver muchos de los puzles. De hecho, me recordó un poco al subvalorado Scribblenauts.

La narrativa del juego es esperablemente muy Zelda. Hay una buena historia -de nuevo, Zelda es la protagonista- que complementa muy bien el universo de la serie. También, el camino está repleta de zonas secretas, tesoros y mini misiones que constantemente refrescan la misión principal.

Es un juego muy Zelda en su ejecución, estilo y alma. Muy Nintendo, también, es decir, cualquiera lo puede jugar. En ese sentido, más allá de las adiciones y novedad de al fin poder controlar a Zelda como personaje, no hay grandes sorpresas. Pero está bien. Sandía calada.