El pasado sábado 20 de enero estuve de cumpleaños. Y el mejor regalo que recibí (además de un choque en mi auto) fue una flamante consola portátil Nintendo DS Lite. Una pequeña maravilla que, la verdad, me tenía entusiasmado desde que salió a la venta. Principalmente, por lo cool que es su diseño y por el gran potencial interactivo que tiene. Y le achunté. He aquí el porqué.
La máquina es una pequeña proeza tecnológica. Desde su aspecto físico, mucho más agradable que la DS original (no por nada ahora llamado “Phat”), especialmente en su ergonomía al tenerlo en las manos. Es suavecita al tacto y el tamaño está bien, aunque cueste un poco meterlo al bolsillo, que sería lo ideal (lo sé, ya existe el Gameboy Micro). Al abrirlo, es como un pequeño cofre del tesoro.
Una vez abierto, el layout de la consola es sumamente simple, funcional y tradicional, Nintendo style: al lado izquierdo se encuentra el tradicional y siempre efectivo d-pad, mientras que al derecho, los cuatro botones correspondientes.
Detrás, en cada costado, los botones secundarios. Y claro, la pantalla dual, una en cada mitad de la consola. Si uno tiene cierta edad (digamos, pasaditos los 30), recuerda a esos clásicas consolas Nintendo Game & Watch, que, típico, alguien traía de EE.UU. a principios de los 80s.
Claro, la gran diferencia es que, 25 vaños después, el DS (que significa “dual screen”) se jacta de tener una jugabilidad y una potencia (amparada en pequeños cartridges de juego) muy efectiva: muy buenos gráficos, sonido y luminosidad.
De hecho, el contraste de ambas pantallas es altamente eficaz, incluso con luz en contra. Pero sin duda que los mejor de todo es la capacidad de la pantalla de abajo de ser sensible al tacto. Las posibilidades son ilimitadas. Lógicamente, el DS viene con su stylus (tipo Palm) que ayuda mucho a no “manchar” la pantalla con los dedos. Es ideal.
La interactividad de la consola es lo que más me gusta. Como dice Nintendo “touching is good”. La interactividad táctil permite hacer de todo. Pero además, el micrófono incluido en la consola, estratégicamente ubicado al centro de ésta, no sólo permite comunicarse con otros jugadores vía wi-fi.
Además, funciona como canal de entrada para ejecutar acciones: soplar, silbar o simplemente hablar. Eso sí que es novedoso. O sea, ¡soplar!
El otro detalle que me gustó mucho es la capacidad de ahorro de energía del DS. Simplemente, es cosa de cerrarlo y la consola entra en modo de ahorro. Y te deja exactamente en el punto del juego en que la cerraste.
Es decir, prácticamente no es necesario salvar el juego para terminar una partida. Claro, siempre y cuando uno esté cerca del cargador. Si no, hay que guardar indefectiblemente.
El tema de la biblioteca de juegos disponible para el DS prefiero ir viéndolo de a poco, a pasos. Hay mucho juego de rol (era que no), mucho título de influencia japonesa y demasiados títulos de corte «familiar», como era de esperar. Pero me hace falta un buen shooter, por ejemplo…
En este momento cuento con dos títulos: el New Super Mario Bros. y el Elite Beat Agents, dos divertidos y muy distintos juegos que tienen una alta calificación y muy buenas críticas.
El primero es una estupenda actualización del icónico y clásico personaje de Nintendo, mientras que el segundo es un juego de ritmo, estilo Dance Dance Revolution. Pero prefiero comentarlos individualmente (se viene) a medida que los vaya conociendo más, al igual que toda la conectividad wi-fi del aparatito, que aún no he podido experimentar del todo.
Por alguna extraña manera, esta consola la estoy disfrutando mucho más que el estilizadísimo Gameboy Advance SP azul cobalto que tuve hace unos tres años. El sistema es similar, pero esto ya es otra generación. Y yo, claro, estoy más viejo.