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Generación Consola

La evangelización a veces resulta. Mi buen amigo Francisco Ortega siempre asumió el rol actual de los videojuegos en la cultura pop, pero al final del día se negaba a creer. O a tener una consola. O por último ir a mi casa para que viera lo que se estaba perdiendo. Finalmente ha logrado abrir los ojos. El otro día me dijo "Alaluf, recomiéndame una consola". Y hoy viernes 30, en el suplemento Wikén, el cabro escribió al respecto como sólo él sabe hacerlo. Imperdible.

A continaución va el texto íntegro de su columna. El texto original lo pueden encontrar en la página de blogs de El Mercurio o en su blog personal. Como sea, está muy bueno y muy recomendable. Especialmente para todos aquellos allá afuera que aún se niegan a creer.

GENERACIÓN CONSOLA, por Francisco Ortega ¿Cuándo cambiaron los videojuegos? Cuando la industria entendió que en lugar de ser una versión con mejores gráficas de lo iniciado en 1972 con la Oddisey de Magnavox, debían apuntar a convertirse en el cine comercial del siglo XXI. Convertir al videojuego en una experiencia completa, una nueva forma de contar una historia en la que el jugador, más que el tipo tras la consola, es protagonista de lo que tiene en frente. Neal Stephenson, en Snow Crash, la novela que sepultó el cyberpunk en 1992 (y que inspiró desde Matrix a Second Life y Facebook) hablaba del "metaverso", una interfaz tan perfecta que cualquier hijo de vecino podía ser protagonista de la historia o del juego que quisiera inventarse. Ciencia ficción o premonición de lo que sucede hoy en un gran porcentaje de casas con adolescentes o en departamentos de solteros con poder adquisitivo.

Es cosa de hacer un vuelo de reconocimiento. En 1998, la Playstation estaba relegada al dormitorio de los niños. Diez años después, la Wii se tomó el living y se convirtió en un electrodoméstico más, en un sello generacional. Los grupos familiares que se formen de aquí a los próximos años van a tener el ítem consola en un lugar tan fundamental como fue la televisión para sus padres. Una anécdota curiosa: la palabra Wii se repite hoy en las listas de novios de las grandes tiendas, más que DVD, lavadora o equipo de sonido. El videojuego ya no es nerd, ni geek. Ya no está reservado a los espinilludos. El videojuego ganó la guerra, el respeto y se tomó el nuevo siglo. No es un detalle que revistas de espectáculos y cultura como Variety y Entertainment Weekly hayan incluido la categoría "VG" entre sus secciones y que hoy el papel del crítico de videojuegos tenga en diarios como The New York Times o el Chicago Tribune, más espacio que el comentarista de cine.

Lo escribió el ya citado Neal Stephenson en The New Yorker hace un par de meses: el futuro de la narrativa está en las consolas. Y no se refería a las malogradas adaptaciones fílmicas de productos de consolas. O a los cómics que llevan a viñetas los mundos de Metal Gear Solid. O la cada vez más prolífica industria de best sellers, que mediante el "spin off" de algunos de los juegos más populares están haciendo que una inmensa mayoría de quinceañeros que jamás se habían despegado de su consola estén entrando a su librería más cercana. A lo que apuntaba el autor de La Era del Diamante, es al modo en que los videojuegos van a cambiar la estética del relato. De aquí a unos cuantos años, en lugar de decir esto es muy de cómic, o muy punk, la cita va a ser a algún producto desarrollado por los incombustibles nerds multimillonarios de DMA Design. Sólo recordemos lo que sucedió en las críticas de Exterminio, la cinta inglesa de zombis. La historia ya no era "muy George Romero", sino derechamente "muy Resident Evil".

Otra perla: hace un mes que la frase "Grand Theft Auto IV" es la más repetida en medios de difusión de cultura pop. Revistas tan dispersas como Newsweek y Wired le dedicaron la portada; reportajes en los diarios más importantes se inclinaron al que es, por mucho, el gran fenómeno pop de 2008, más que la nueva Batman o el disco de Hannah Montana. Hiperventilación mediática o signo de los tiempos. Un poco de ambos, pero lo cierto es que basta sentarse diez segundos ante el GTA IV para entender muchas cosas; es increíble cómo hoy un videojuego tenga más cojones que todo lo que ha hecho Scorsese después de Buenos Muchachos, Tarantino tras Jackie Brown o incluso Michael Mann luego de Fuego contra Fuego.

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Listas·Películas·Videojuegos

Películas Sobre Videojuegos

El otro día vi una película estrenada el año pasado en EE.UU. (por acá ni se asomó) que se llama Stay Alive. Era de terror teenage, actuaba Frankie Muniz (!) y tenía a los videojuegos como eje central de la trama. ¿Era buena? No. Para nada. Además, era media imbécil: se trataba de un grupo de chicos que jugaban en línea a un juego tipo Fatal Frame (que se veía bueno en pantalla), pero cuando morían en el juego, también lo hacían misteriosamente en la vida real. Yaaaaaaaa…

Stay Alive es de esas películas que le hacen un flaco favor al concepto de los videojuegos como algo que realmente merece ser tomado en serio por la industria del entertainment, en este caso, por el cine. No me refiero a que este tipo de películas deban ser "serias". Sólo digo que tienen que tener corazón. Creerse el cuento y no ocuparlas como un mero gancho para atraer chicos a las salas. Stay Alive definitivamente no tenía corazón, pero hay otras películas que a mi juicio sí tienen alma gamer. Acá va mi lista:

  • Tron, de Steven Lisberger (1982)

Cuando vi esta película, en el cine Huelén, debo haber tenido once o doce años y quedé chiflado. No lo podía creer. Estaba en plena luna de miel con el Atari 2600 y poder ver en el cine todo lo que uno se imaginaba que pasaba dentro de la consola. Era de otro planeta. Además, nunca antes se habían visto esos efectos especiales tipo neon mezclados con sepia. El concepto era muy bueno también, con Jeff Bridges, que era dueño de un arcade increible y programador capo de videojuegos, que es succionado (digitalmente, claro) a un súpercomputador. El resto hay que verlo. Y disfrutarlo. La película no es tan, tan buena, pero la experiencia visual es irrepetible. Aún 25 años después.

No mucho tiempo después vi Juegos de Guerra en un recién inaugurado cine Pedro de Valdivia, con unos compañeros de curso un inocente sábado por la tarde. Lógico: por esos días, los videojuegos y las computadoras (bueno, los Atari 800XL, los Commodore 64 y un par con Macs) eran nuestras vidas y no existía nada más. Y ver que un escolar como uno (Matthew Broderick, a quien nunca le cambió la cara), hackeando la red del colegio para cambiar las notas y luego, en plena onda Pandilla Computarizada, se metía de puro aburrido a jugar con la red del sistema de defensa de los EE.UU., gatillando la Tercera Guerra Mundial con los rusos. Tipo Missile Command, pero a nivel continental. Asombrosamente entretenida, esta fue una que marcó a toda una generación de computines y gamers.

Eran los días posteriores a El Hombre del Jardín y a Terminator 2 y la realidad virtual estaba totalmente de moda. Edward Furlong (que desapareció del mapa) es un adolescente fanático de los videojuegos al que le llega la novedad del año: un juego de realidad virtual, en donde descubre que los asesinatos que se cometen el juego son reales. Onda Manhunt, pero cruzado con Freddy Krugger. En general, todas las películas de terror que se sustentan en videojuegos (justamente tipo Stay Alive) no funcionan mucho. Y generalmente son bastante tontas. Esta no es la excepción, pero me acuerdo que me gustó mucho cuando la vi en ese momento, por los detalles que mencioné al principio. Pero tampoco se pierden de mucho.

Esta tiene que ser una de las películas que mas he gozado y que más me he repetido en el último tiempo. Es estúpida, pero increiblemente divertida. Un tipo de 36 años (Allen Covert, un clon stoner y medio looser de Mel Gibson) que trabaja como tester de videojuegos es forzado a vivir con su abuela (la vieja de Everybody Loves Raymond), que termina siendo seca para jugar. Hay varios detalles que la hacen una película gamer imprescindible. La onda, el lugar de trabajo de los chicos (Briainasium!), los personajes, y Demonik, el juego orgullo del protagonista, que me encantaría ver de verdad (se veía muy cool). Producida por Adam Sandler (de hecho, la mayoría del elenco son sus amigotes) la verdad, podría hablar horas de esta película.

  • Y la mejor de todas: eXistenZ (David Cronenberg, 1999)

David Cronenberg es uno de mis directores favoritos de la vida. Todo lo que ha hecho, sin excepciones, me raya. Fácil en mi top 5, junto con Woody Allen, Scorsese, Tarantino y Frank Capra (por mencionar los primeros que se me vienen a la cabeza, la lista es debatible). Y justamente eXistenZ es una de las que más me gustan. Porque tiene que ver con videojuegos, claro.

Trata acerca de una diseñadora estrella de videojuegos (Jennifer Jason Leigh, ¿qué pasó con ella?) que, testeando su nueva creación -lo que da el título a la película-, involucra a una serie de personajes en algo que no se distingue si es realidad o… cualquier otra cosa. Jude Law, como el héroe con cara de gil está perfecto. Los efectos especiales son alucinantes y el concepto te deja la cabeza dando vueltas.

La película es creativa, profunda, entretenida, rara, subliminal. Hipnotiza a ratos. Tiene de todo y cómo Cronenberg mete el tema de los videojuegos delata que el tipo tiene de verdad alma de gamer. Me encantaría hablar con él sobre videojuegos. Es más: si fuese diseñador, estoy seguro de que haría el juego del año.

Mención especial va para la emotiva El Último Guerrero Espacial (Nick Castle, 1984), donde un cabro chico es llevado a pelear en una batalla cósmica tipo La Guerra de las Galaxias (pero con muchísimo menos presupuesto), por el sólo hecho de que el tipo era bueno para los videojuegos y por ende, bueno para manejar sofisticadas naves de combate.

Y eso sería.

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