Desde que los famosos robots transformables se hicieron masivos en nuestra cultura pop, por allá a mediados de los 80s, fue natural que los videojuegos fueran de la mano con el fenómeno. Porque una cosa era verlos, pero otra muy distinta era controlarlos. El Commodore 64 y el Sinclair ZX Spectrum fueron testigos de los primeros juegos basados en la serie televisiva y en los juguetes que Hasbro nos dio a conocer acá en Occidente. Pero esos juegos nunca estuvieron a
La verdad sea dicha, de una media docena de títulos basados en la serie, sólo uno merece nuestro respeto: el Transformers (2004) creado para el PlayStation 2, y basado en la saga televisiva Armada. Entonces, tres años después, había expectación por un nuevo título de la saga, más aún considerando dos grandes factores: sería el primer juego para las consolas de nueva generación –lo que de cierta manera garantizaba que el juego fuese visualmente muy atractivo– y cómo no,
Ahora tenemos una nueva adaptación de película-evento a las consolas. A todas las consolas. Y con los mismos problemas de siempre: una historia corta y poco inspirada (¡a pesar de su fuente!), mecánicas de juego flojas y poco atractivas y una sensación general de que el juego se hizo con muy poco amor.
Porque si bien a la película de Bay se le pueden hacer múltiples críticas, al menos la cinta guardaba una cierta alma en donde uno podía llegar a emocionarse con tanta ñoñez y nostalgia con la que uno disfrutó cuando chico. Con el juego, eso no sucede.
La premisa básica del juego permite elegir campañas entre los dos bandos: Autobots y Decepticons. Si uno elije a los héroes, la historia sigue esa línea. Primero, comandando a Bumblebee a través de la ciudad y realizando labores menores (manejar del punto A al B) y luego con el resto, básicamente manejando y enfrentando a los Decepticons a lo largo del mapa. Es decir, transformarse, avanzar, transformarse de nuevo y pelear. Ad nauseam.
Autobots, transfórmense y adelante: pantallazo de la campaña Autobot. Créanme, se ve mucho más entretenido de lo que es.
Mientras,
Luego, es lo mismo, pero con Skorponoc. Y así. Las campañas se alternan, hay algunas pequeñas misiones secundarias que ni siquiera vale la pena hacer y ya, estamos. ¿Entretiene? Claro que sí. Pero después de un fin de semana, ya estamos pensando en un próximo juego.
Gráficamente el juego satisface. No es algo para salir a la calle a gritar, pero los robots se ven bien, los detalles son rigurosos, las luces y sombras están a la altura y la ciudad, en general, se ve realista. Como es de esperar y como es la tendencia en la nueva generación de juegos, los escenarios son totalmente destructibles.
Y si bien el entorno responde con realismo ante los golpes y explosiones, la destructibilidad salpica demasiado y va en bloques demasiado gruesos. Eso le resta credibilidad a todo lo anterior. Y es altamente confuso. Más aún, si a eso le agregamos una cámara que, más que ayudar, confunde aún más la experiencia, tenemos un juego que lamentablemente tendrá que pasar a engrosar el baúl de los juegos-fomes-basados-en-películas.
Como sea, el juego obtuvo en GameRankings una puntuación que va entre el 50% y el 60%, siendo la versión para PSP la con peor puntuación (50.1%) y la versión para PC (60.6%), la mejor. Para más detalles, clickear por acá. Y el home del juego, por acá.