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De Vacaciones: PlayStation 2 Revisited

Fue breve, pero valió la pena. Una semana entera de vacaciones a orillas del lago Rapel (y absolutamente offline) fue la dosis perfecta para rearmarse y cargar las pilas. Así que ya estamos de vuelta.

Obviamente, entre las diversas actividades recreativas estuvo lo expuesto en el último post: desempolvar el PlayStation2 y probar «viejos» juegos, circa 2005, 2006.

Al principio, el ejercicio casi se vio abortado por la falta de un cable de video que se me había quedado en la casa de un amigo, durante la última sesión grupal de juegos.

Pero parece que existe un dios gamer, porque el cable finalmente logró reaparecer a mitad de semana para alegría de todos (y no, no volví a Santiago a buscarlo).

 

PlayStation 2: Sigue Viva

Una cosa es clara, luego de ya varios años con las consolas actuales: volver a un PS2 es un downgrade visual importante. Al final me acostumbré, pero el impacto inicial fue fuerte y duró harto, harto rato.

Lo otro son los tiempos de carga. ¡Qué lentitud! Pero vamos, que cuando uno está de vacaciones eso poco puede importar (sí, claro).

Llevé varios juegos. Pero lógicamente sólo algunos pudieron pasar por la consola y los menos fueron los que realmente dieron que hablar entre la concurrencia. No es que hayan sido sorpresas para mí, pero paar el público no-gamer sí lo fueron.

Los destacados, a continuación:

Si hay una palabra nueva que se aprendió durante la semana pasada esa fue «katamari». El Katamari Damacy, saga de culto y, por lejos, de los más adictivos, freak e hipnóticos juegos que he tenido el placer de experimentar, fue probablemente el gran protagonista de la semana.

Lo jugamos con otra pareja de amigos (nadie lo conocía) y a los cinco minutos todos ya estaban familiarizados con los sencillos controles y con los objetivos del juego. ¡Vivan los juegos casuales!

Eso, y la alucinante banda sonora del juego. Fue unánime: lo chistosamenente variadas y lo pegajoso que son sus canciones. (Y también está para iPhone!)

Por otro lado, y teniendo como partner a un amigo que acaba de ver la luz, porque decidió que «dos años con la Wii fueron suficientes y ya es hora de pasar a una consola más adulta, como una Xbox» (palabras textuales), los juegos de carreras se impusieron.

Irónicamente, el Need for Speed: Most Wanted (que estoy re-jugando actualemente en la Xbox), fue el más jugado, junto con el Burnout Revenge (chiquitito al lado del Paradise) y el Midnight Club 3, a la espera del nuevo -que está ambientado en Los Ángeles– y que aún no he podido probar.

Sólo diré una cosa: no hay nada más frustrante en el NFS: Most Wanted que la policía te pillé luego de 16 minutos de persecución. Es eso lo que provoca tirarle el control a la tele. Y ni hablar de esos cutscenes donde los pacos te detienen y te botan al piso. ¡Brutalidad policíaca!

Finalmente, el resto fue un assortment de clásicos (las típicas colecciones de Taito y Capcom), además de revisiones de fps como el Black Hawk Down (muy similar al Call of Duty 4, fíjese usted), el Urban Chaos: Riot Response (muy divertido), el Medal of Honor: European Assault (acaso la madre de todos los fps basados en la Segunda Guerra, pero fome al final) y cómo no, el Black, acaso el mejor shooter en primera persona para el PS2.

O sea, unas muy buenas vacaciones. Ahora, volvamos a la next-gen por favor.