Flippers

The Getaway en el Lavado de Autos

Hoy fui a lavar a el auto al “Ciclón” de La Dehesa. Y ¡oh, agradable sorpresa!, para paliar la espera, había un par de flippers a un costado del lugar. En estricto rigor, era un video que estaba apagado (el mueble no decía nada) y al lado, el The Getaway, clásica máquina Williams, creada en 1992 –secuela de otro clásico, el High Speed (también Williams)–, y de las primeras en tener un panel de matriz de punto, además de una palanca de cambios para eyectar la bola.

Si apretamos la tecla nostálgica, me encuentro a un par de años de Periodismo, donde un boliche de calle Ejército, cercano a la escuela, tenía la máquina. Inolvidable era escuchar de fondo “La Grange” de ZZ Top. No era raro entonces fugarse a media mañana jugar un par de fichitas. Otros tiempos.

Lavando espero: gran idea tener estas maquinitas en los lavados de auto. Al menos, se ve cool. Bueno, un poco.

La máquina que vi esta mañana estaba a bastante mal traer. La paleta derecha estaba mala y el vidrio de la mesa estaba rayado con pica. Aún así, fue simpático esperar el lavado del tocomocho, mientras el flipper eructaba rugidos de motores.

Si por ahí hay alguien interesado en leer en detalle en qué consistía el pinball, acá está todo.

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AMOA 2006: El Verdadero Flipperlandia

Cuando chico, uno de mis mayores placeres sociales era pasar una tarde entera con amigos en un arcade, que acá en Chile tuvieron el nombre genérico de Delta. Ir a los deltas. Gastarse unas fichas en los Deltas. Había montones, por todos lados, y en la playa también. Pero también había otros arcades, como Flipperlandia, los Gamecenters o los mismos Juegos Diana.

Si la memoria no me falla, la primera vez que pisé un arcade y puse cara de baboso fue a fines de los 70s. Tengo el recuerdo de ir de la mano con mi papá hacia el Shopping de Vitacura y desde lejos sentir una infinidad de ruiditos electrónicos.

Allí estaban los Flamingo (que luego pasaron a ser Flipperlandia) y al entrar, aún recuerdo la sensación mezcla entre aire acondicionado, muchas luces (por sobre una cierta luminosidad tenue del local), ruidos miles y una cierta onda media disco en el lugar. O sea, una sobre estimulación a los sentidos brutal. Y fascinante.

En general los arcades, es decir, esos salones repletos de flippers, videos, incluso juegos de mesa tipo Air Hockey, me recontraencantan. Siguiendo con la cosa nostálgica, recuerdo las idas "clandestinas"con mi abuelo a los Diana de Ahumada (los que acaban de cerrar) y un arcade que estaba al lado del desaparecido Bowling de Apoquindo, en el segundo piso, donde después estuvo (gasp!) la Discola. uno se perdía entre tanto juego. Pero claro, nada de eso existe hoy. Ni los Deltas ni nada.

En verdad, son lugares que desaparecieron hace mucho rato. Desde que durante los 90s las consolas se apoderaron del entretenimiento casero, ir a los flippers ya no tenía mucho sentido. Menos aún para las nuevas generaciones. Una pena, claro. Pero en EE.UU., que fue donde se masificaron durante los 70s y 80s (¿te acuerdas de la película Tron?), aún existen. Son escasos, pero los hay. En Japón, en cambio, los game centers todavía abundan.

Esto nos conduce a la AMOA, también conocida como la Amusement & Music Operators Association, feria que se realiza anualmente en EE.UU. y que este año tuvo lugar en Las Vegas (era que no) a fines de septiembre. A este lugar sí que me encantaría ir. Es como el stand de Japón en la FISA, en los 80s, cuando uno podía ver las novedades que meses después iban a estar en los Delta. Pero claro, acá está multiplicado por diez. Este año hubo 6.000 asistentes en la AMOA. Y hubo de todo.

¿Detalles? El sitio oficial de la última versión de la AMOA está aquí, y un buen reporte del sitio Retroblast, está por acá, con buenas fotos y todo.

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