Benditos sean los demos. O sea, siempre dejan con gusto a poco, con una leve sensación de frustración y, en el mejor de los casos, con ganas de querer comprar el juego completo. Y bueno, ese siempe fue el motivo principal por el cual un demo fue hecho: ser un teaser, una probadita, algo para precalentar.
En ese sentido, los demos son fundamentales para generar expectación, buzz o boca-en-boca. Y al igual que los mismos juegos que representaban, pueden ser mediocres, fomes o derechamente maravillosos.