Amantes de la lectura electrónica, alégrense. Este nuevo e-reader incluye lo más avanzado para la lectura digital electrónica. Y está… Leer más

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Sherlock Holmes, el personaje creado por Sir Arthur Conan Doyle en 1887, debe ser el detective más famoso de la cultura pop.
Y acaso como aperitivo para la nueva película de Guy Ritchie que revisará el mito del personaje, de la mano de Robert Downey Jr., y que se estrenará a fines de año, vaya una nueva aventura digital basada en el famoso sabueso inglés y cómo no, también en su fiel acompañante, el Dr. Watson.
El detalle es que esta vez el juego, el quinto de esta saga, debuta en la Xbox 360. Más detalles, después del salto…
Debo hacer público una agradable sorpresa que me llevé al bajar el demo de EndWar. Pero antes, un poco de contexto. Este título viene a ser el nuevo chiche gamer del maestro del techno thriller literario, Tom Clancy. Y como tal, su nombre antecede al título del juego. Y eso tiene una explicación.
Digamos que Clancy hace mucho rato que exitosamente ha podido ampliar su nombre-marca al espectro de los videjuegos, tal como lo hace, por ejemplo -aunque con menor éxito-, Clive Barker, además de otras celebridades, sobre todo deportivas.
Acá es casi lo mismo: el nombre de Clancy denota inmediatamente un buen standard de calidad, tal como lo ha demostrado con entretenidas sagas como Rainbow Six (shooters tácticos en primera persona) o Ghost Recon (shooters militares en tercera persona) o Splinter Cell (tecno espionaje en tercera persona). Pues bien, este nuevo título viene a coronar lo anterior como la madre de todos los juegos bélicos.
EndWar se desarrolla en el año 2020, en plena Tercera Guerra Mundial. Los escenarios son múltiples y como buen juego de estrategia en tiempo real, las opciones son múltiples y a gran escala. No muy alejado a lo que sería un juego de ajedrez, claro, ni tampoco a otros títulos de la misma onda, como el Command & Conquer, Warhammer o el genial In Company of Heores. Aunque en mucho mayor escala. De hecho, el principal diseñador del juego, Michael de Platter (a través de Ubisoft Shanghai), es el mismo responsable de otra saga rts: Total War.
Pero lo que hace único al juego es que todo se controla por voz. Literalmente. Sólo se adapta el accesorio vocal en el control de la consola y voilà, te encuentras escupiendo órdenes a diestra y siniestra como si fueses el General Patton. El resultado es muy fluido y funciona exactamente como uno quisiera.
Seguro que a la gran masa el nombre de Henry Jenkins no les va a decir demasiado. Probablemente, nada. Hasta hace unos días para mí, lo reconozco, era cualquier hijo de vecino. Hasta que supe quién era y que venía a Chile. Jenkins es el Director del programa de Estudios Mediáticos Comparativos del MIT, en Cambridge. Eso, de partida.
El tipo es un académico de tomo y lomo que ha publicado nueve libros que en su mayoría versan sobre convergencia de medios, nuevas tecnologías, videojuegos, redes sociales, etc; todo eso, arropado con uno de mis tópicos favoritos: la cultura pop. Sólo por los títulos de sus publicaciones, el tipo ya lo tengo en un altar:
Pero además, Jenkins escribe y habla mucho sobre videojuegos. Tiene columnas en la revista Computer Games y ha escrito en revistas como Game Informer y Electronic Gaming Monthly, es reconocido por sus pares y, en definitiva, el tipo es lo que se llama una eminencia. Eso se nota sobre todo cuando hablas con él: por cómo elabora, como piensa y como une los puntos.
Tuve la oportunidad de estar con este señor de los medios hace un par de semanas, a propósito de una invitación que le hicieron algunos medios e instituciones. Yo fui a nombre de la revista Qué Pasa, donde actualmente estoy colaborando (la entrevista completa la pueden pillar a partir de hoy, en la edición que tiene en portada a Harold Mayne-Nichols).
Alcancé a estar dos veces con él y el tipo de verdad es un agrado por la cantidad de material que maneja y por lo entretenido que es vincular nuevas tecnologías con nuevos medios, videojuegos, fandom y todo entre medio. Sus libros dan pie de eso. Ahora, ojo, no es un gamer. Pero sí sabe relacionar todo con videojuegos. Y eso lo que, finalmente, importa. Capo el tipo, ojalá regrese pronto.
Esto es extraído de la novela JPod, de Douglas Coupland, un verdadero must para los lectores de este blog. No es la invención de la pólvora, claro, pero siempre es interesante poner el tema sobre la mesa. Y dice más o menos así:
“Cuando lees un libro estás totalmente inmerso en tu propio mundo personal, y la sociedad dice que eso está bien y es maravilloso. Pero cuando juegas un videojuego, la cosa se transforma en esta extraña, jodida y dañina actividad. ¿Qué clase de estúpido cegatón propaga estas mentiras? Si tu abuelo juega solitario, ¿acaso se está aislando del mundo? Por favor…”
Piénselo durante algunos segundos. Gracias.
La evangelización a veces resulta. Mi buen amigo Francisco Ortega siempre asumió el rol actual de los videojuegos en la cultura pop, pero al final del día se negaba a creer. O a tener una consola. O por último ir a mi casa para que viera lo que se estaba perdiendo. Finalmente ha logrado abrir los ojos. El otro día me dijo "Alaluf, recomiéndame una consola". Y hoy viernes 30, en el suplemento Wikén, el cabro escribió al respecto como sólo él sabe hacerlo. Imperdible.
A continaución va el texto íntegro de su columna. El texto original lo pueden encontrar en la página de blogs de El Mercurio o en su blog personal. Como sea, está muy bueno y muy recomendable. Especialmente para todos aquellos allá afuera que aún se niegan a creer.
GENERACIÓN CONSOLA, por Francisco Ortega ¿Cuándo cambiaron los videojuegos? Cuando la industria entendió que en lugar de ser una versión con mejores gráficas de lo iniciado en 1972 con la Oddisey de Magnavox, debían apuntar a convertirse en el cine comercial del siglo XXI. Convertir al videojuego en una experiencia completa, una nueva forma de contar una historia en la que el jugador, más que el tipo tras la consola, es protagonista de lo que tiene en frente. Neal Stephenson, en Snow Crash, la novela que sepultó el cyberpunk en 1992 (y que inspiró desde Matrix a Second Life y Facebook) hablaba del "metaverso", una interfaz tan perfecta que cualquier hijo de vecino podía ser protagonista de la historia o del juego que quisiera inventarse. Ciencia ficción o premonición de lo que sucede hoy en un gran porcentaje de casas con adolescentes o en departamentos de solteros con poder adquisitivo.
Es cosa de hacer un vuelo de reconocimiento. En 1998, la Playstation estaba relegada al dormitorio de los niños. Diez años después, la Wii se tomó el living y se convirtió en un electrodoméstico más, en un sello generacional. Los grupos familiares que se formen de aquí a los próximos años van a tener el ítem consola en un lugar tan fundamental como fue la televisión para sus padres. Una anécdota curiosa: la palabra Wii se repite hoy en las listas de novios de las grandes tiendas, más que DVD, lavadora o equipo de sonido. El videojuego ya no es nerd, ni geek. Ya no está reservado a los espinilludos. El videojuego ganó la guerra, el respeto y se tomó el nuevo siglo. No es un detalle que revistas de espectáculos y cultura como Variety y Entertainment Weekly hayan incluido la categoría "VG" entre sus secciones y que hoy el papel del crítico de videojuegos tenga en diarios como The New York Times o el Chicago Tribune, más espacio que el comentarista de cine.
Lo escribió el ya citado Neal Stephenson en The New Yorker hace un par de meses: el futuro de la narrativa está en las consolas. Y no se refería a las malogradas adaptaciones fílmicas de productos de consolas. O a los cómics que llevan a viñetas los mundos de Metal Gear Solid. O la cada vez más prolífica industria de best sellers, que mediante el "spin off" de algunos de los juegos más populares están haciendo que una inmensa mayoría de quinceañeros que jamás se habían despegado de su consola estén entrando a su librería más cercana. A lo que apuntaba el autor de La Era del Diamante, es al modo en que los videojuegos van a cambiar la estética del relato. De aquí a unos cuantos años, en lugar de decir esto es muy de cómic, o muy punk, la cita va a ser a algún producto desarrollado por los incombustibles nerds multimillonarios de DMA Design. Sólo recordemos lo que sucedió en las críticas de Exterminio, la cinta inglesa de zombis. La historia ya no era "muy George Romero", sino derechamente "muy Resident Evil".
Otra perla: hace un mes que la frase "Grand Theft Auto IV" es la más repetida en medios de difusión de cultura pop. Revistas tan dispersas como Newsweek y Wired le dedicaron la portada; reportajes en los diarios más importantes se inclinaron al que es, por mucho, el gran fenómeno pop de 2008, más que la nueva Batman o el disco de Hannah Montana. Hiperventilación mediática o signo de los tiempos. Un poco de ambos, pero lo cierto es que basta sentarse diez segundos ante el GTA IV para entender muchas cosas; es increíble cómo hoy un videojuego tenga más cojones que todo lo que ha hecho Scorsese después de Buenos Muchachos, Tarantino tras Jackie Brown o incluso Michael Mann luego de Fuego contra Fuego.
Otro aletazo directo al mentón de la industria discográfica: ahora las bandas de rock prefieren no sólo difundir su propia música a través de Internet, como lo hizo Radiohead (por ejemplo). Ahora, la nueva vía de difusión son los videojuegos. Sí señor. Si no, pregúntenle a Nikki Sixx & co.
Claro, porque Mötley Crüe, que cual mala hierba se resiste a morir, ha decidido editar su nuevo single "Saints of Los Angeles", de manera exclusiva para el Rock Band, con el fin de conquistar a las nuevas generaciones. Generaciones gamers, por cierto, a las que la música no les entra necesariamente desde una radio, sino más bien desde el soundtrack de un juego. Como pasa con el Guitar Hero o, justamente, el Rock Band.
La cancioncita costará 99 centavos y podrá ser adquirida a partior de esta semana desde las respectivas tiendas virtuales de cada consola: el bazar Live para la Xbox 360 y la PlayStation Store para el PS3.
El detalle personal es que estos pelusas californianos fueron probablemente mi banda heavy metal favorita. Más que Accept, Judas Priest o Iron Maiden. Tenía la billetera de la banda (comprada en Rock Shop), el poster del Shout at the Devil y vinilos y casets varios. Conseguirse las letras era ya lo máximo …so come out children of the beast, be strong and shout at the devil! No sé si alguien ha podido leer The Dirt, su libro "semiautobiográfico". Es lo mejor -y más excesivo- que he leído sobre rock’n roll, evah!
Pero eso no es todo: a propósito de lo anterior, el mismo juego anunció que a través de su tienda virtual tendrá disponibles álbumes completos. Para comenzar el potente Screaming for Vengeance de los británicos Judas Priest (personalmente hubiese preferido el British Steel) y se vendría el Doolitle de los Pixies. Yo quiero cantar "Monkey Gone to Heaven". If man is five, if man is five…
Este fin de semana no sólo me dediqué a darle finalmente como caja al Burnout Paradise (se viene reseña), sino que también aproveché de ver varias cosas relacionadas con videojuegos. Hay un montón de cosas, que iré comentando en su debido momento, cuando corresponda (tranqui). Vamos por parte:
La película comienza con la obvia vuelta a principios de los ochenta, cuando todo era más sencillo e inocente y Billy Mitchell, un geek de Florida que además tenía el récord en el Centipede (!), logra el puntaje más alto durante el boom del Donkey Kong. Corría 1982.
Al otro lado del país, en Washington, un recientememente desempleado Scott Wiebe decide matar el tiempo instalando un juego original del DK en su casa y superar el récord de Mitchell. Lo que sigue a continuación es más épico que Gladiador y Buenos Muchachos juntos.
Eran máquinas un tanto más pequeñas que un flipper tradicional, y que tenían la particularidad de reflejar imágenes y animaciones en 3D. Que eana atodo trapo. Lástima que el flipper en sí no lo era tanto. Sólo hubo dos hasta que todo se fue a la porra. El Revenge from Mars, obviamente una secuela al popular y genial Attack from Mars, salvaba bastante y las animaciones eran muy cómicas; y el Star Wars: Episode One, que era hediondo de fome, tal como la película. Y sería todo. Hasta ahí llegó el plan del Pinball 2000.
El documental cuenta todos esos sabrosos detalles, de cómo la industria pasó de ser una mina de oro a, de un año a otro, caer estrepitosamente frente al gigantesco mercado de las consolas caseras. Obvio. Y una pena. Porque claqro, ningún operador estaba dispuesto a invertir las enormes cantidades de dinero que un flipper demandaba. Proque los flippers son casi como los autos a la hora de mantenerlos.
El libro -y la serie- cuentan las desventuras de un grupo de seis amigos veinteañeros y empleados de una empresa desarrolladora de videojuegos que prefctamente podría ser Electronic Arts. Es el sueño de cualquier aficionado a los vidoejuegos. Claro que la vida cotidiana en los cubículos de jPod no es tan paradisíaca como se podría pensar.
La Canadian Broadcasting Corporation –CBC para los amigos y la televisora y emiosora radial más imprtante de Canadá- decidió producir la serie con la asesoría del mismo Coupland. Esta debutó en enero de este año con mucho éxito de crítica.
Pero lamentablemente, el rating no la acompañó y los ejecutivos decidieron cancelarla a las pocas semanas. Es decir, no pasará de su primera temproada. Una pena, porque la serie salvaba bastante. O sea, el libro es sumamente superior, pero como serie televisiva era muy original, fresca, disrtinta y tenía a los videojuegos como eje central. Qué mas se podría pedir.
¿Crees que pasas mucho tiempo frente a la tele o al monitor? Ja, seguro que no será nada comparado con las 38 horas y 30 minutos que acumuló Eric Furrer al frente de un Space Invaders en 1980. Y eso que sólo tenía 12 años.
Furrer, claro, ya tiene asegurado su rincón en el Guiness. Específicamente, en el Guinness World Records Gamer’s Edition 2008, libraco que obviamente está enfocado al mundo gamer, desde comienzos de los 70s, con las primeras consolas caseras, a las máquinas de última generación.
Yo lo he gritado hartas veces a los cuatro vientos y el editor del libro, Keith Pullin, me sigue: «La industria de videojuegos es el sector del entretenimiento que más rápido crece en el mundo». Aprendan.
Algunos botones de muestra:
Entretenido, ¿no? Claro que sí. ¿Más ejemplos? Gamespot tiene más botones de muestra. El libro va a estar disponible en Norteamérica a contar del 11 de marzo. La lata es que dudo mucho que alguna de las librerías locales se atreva a importar semejante volumen (que sí estará editado en español), pero bueh, siempre está a la mano Amazon.