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Halo Wars: Estrategia para Consolas

Confieso que los juegos de estrategia en tiempo real –o RTSs– no son mi fuerte. Pero a diferencia de los juegos de rol, éstos sí me gustan. Aunque siempre los he encontrado complicados y difíciles de disfrutar.

Mis experiencias con RTS son menores y se restringen a casos como el legendario Cannon Fodder en el Commodore 64 y, posteriormente, con el Company of Heroes, en PC, soberbio juego con el que poco y nada pude avanzar, porque simplemente me ahogaba.

En consolas probé el Command & Conquer 3: Tiberium Wars (con esas divertidas cinemáticas protagonizadas por Michael Ironside), pero nunca logré enganchar con las mecánicas del juego y su tono sombrío. Simplemente, no pude.

Pero con la llegada del Halo Wars –el que, de manera prejuiciosa, consideraba como un RTS más- cambió mi percepción sobe el género. ¿Por qué? Por tres poderosas razones…

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Clásicos

Commodore 64 en tu Wii

Yo soy de aquellos que en los 80s tuve un flamante Commodore 64. Y con diskettera. La mayoría de los chiquillos del barrio tenía el clásico Atari 800XL, pero sólo unos pocos vecinos estratégicos teníamos un C64. Y sabíamos que éramos una especie de casta superior.

Claro, porque sabíamos -todos sabíamos- que los juegos en un Commodore eran muchísimo mejores que en un Atari. Era así de sencillo. No sólo por su calidad gráfica, sino que incluso por algunos títulos exclusivos (ya en esa época) que lo diferenciaban ampliamente de la variedad y calidad de juegos del Atari.

Hoy, 20 años después de ese boom gamer computacional casero en 64k, la Wii comenzará a resucitar aquellos juegos que hicieron historia en la generación post 30. Y a todo esto, ¿qué pasó con Commodore después de esa época? Pues bien, todo eso y más, después del salto…
 

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Clásicos

¿Y QUIÉN ES WILL WRIGHT?


Así como Shigeru Miyamoto lo es para Nintendo, Will Wright lo es para el popular mundo de los simuladores sociales conocidos simplemente como Sims, y que tienen que ver con la creación de entornos virtuales urbanos en donde sus habitantes se comportan y realizan quehaceres como en el mundo real.

Gracias a exitosos juegos como SimCity (1989) y la saga social de The Sims (2000), Wright ha hecho escuela. Hoy, está nuevamente ensalzado como el nombre más importante de la industria de los videojuegos gracias a su nueva creación, la ultra-esperada aventura evolutiva llamada Spore.

Descrito por la gente con la que trabaja como “una persona simpática, algo extravagante, muy brillante y especial”, aunque también como “obsesivo”, Wright nació el 20 de enero de 1960, en Atlanta. Criado con educación Montessori (“el colegio me enseñó el placer de descubrir cosas”, afirmó al New Yorker el año pasado), comenzó su carrera como diseñador en 1984, al diseñar el Raid on Bungeling Bay para el Commodre 64.

El éxito llegó después en los noventa, con SimCity, el primero de varios simuladores urbanos que hasta el día de hoy son de los títulos más populares para PC. Tanto así, que tienen su propio género y es considerado uno de los juegos más influyentes de todos los tiempos.

¡Querida, encogía a los niños!: Es medio megalómano el concepto, pero no cabe duda que es genial. Recrear un pequeño mundo virtual con todos sus detalles. El resulatdo ha logrado que Wright se haga millonario, gracias a las distintas versiones del juego. Y a otros títulos más, claro.

Conocido por ser un coleccionista de restos del programa espacial soviético ("un asiento del Soyuz, controles del Mir, todo por eBay"), Wright logró fundar su propia compañía –Maxis, ubicada en Emeryville, California– que después vendió a Electronic Arts, y amasar una pequeña fortuna además de varios reconocimientos mundiales, como ser la quinta persona incluida en el Salón de la fama de la Academia de Artes y Ciencias Interactivas y ser ungido como uno de los diseñadores más importantes de la historia por publicaciones tan diversas como Time, Entertainment Weekly y PC Magazine.

Ahora, gracias a Spore –juego que comienza a nivel unicelular para ir luego evolucionando hasta la conquista del espacio–, a Wright le queda mucha cuerda para seguir manipulando a sus pequeños ciudadanos pixelados. Como si fuese un titiritero. Más bien, como un Dios virtual.

 

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Clásicos·Noticias·Videojuegos

El Atari 2600 Cumple 30 Años


Tal cual: este mes, el viejo y querido Atari 2600 cumple tres décadas de historia. Si mal no recuerdo, fue la navidad de 1981 o 1982 en que un 25 de diciembre recibí de regalo un flamante Atari 2600 cuando tenía menos de 10 años. Obviamente, había hinchado con tener uno hace mucho más tiempo. Hasta que mis padres cedieron (jejej) y finalmente lo tuve. Por la chita que fui feliz.

Me acuerdo del impacto de ver correr por primera vez un Atari. Fue en la casa de un amigo, una invernal tarde de sábado. Su papá se había traído uno desde EE.UU. y ver correr juegos de verdad (no como el Pong, que era choro, pero nunca me conquistó del todo) fue alucinante. O sea, ¡la tele funcionaba como algo más que ver tele, por Dios! Increible. Tenía que tener uno.

Recuerdo que la caja venía con el clásico Combat -el primer juego creado para la consola- y, como gran cosa tipo promoción, el también clásico Asteroids. Ahí sí que no me depsegué de la tele. Recuerdo todo y cada uno de los detalles de esos juegos. Los colores, las formas, los gráficos y especialmente los sonidos. Es más, podías pasar en bicicleta por el barrio y era fácilmente reocnocible cachar quién estaba jugando Atari al pasar. Fue toda una revolución.

Dispara usted o disparo yo: la simpleza y lo adictivo del Combat lo hizo transformarse en el amanecer d euna nueva era: la de los videojuegos caseros. ¡Grande Combat!

También recuerdo que en un recientemente inaugurado Parque Arauco había una elefantiásica estación de juegos en una de sus tiendas ancla (¿el Gala Sears?) que permitía jugar toda la librería de juegos de Atari, 30 segundos por juegos (las colas eran enormes lógicamente y yo esperaba pacientemente y luego volvía a hacer la fila). La misma maquinita era utilizada en Sábados Gigantes para hacer un concurso: quién anotaba más puntos jugando 30 segundos al Space Invaders. Genial. Era, claro, mi concurso favorito junto con el "Dispara Ud. o Disparo Yo".

Luego, llegaron más juegos. Como el Adventure, uno de mis juegos favoritos de todos los tiempos y probablemente el que le tengo más cariño de todos. También estuvo un buen rato el Pitfall!, el primer juego no Atari (era Activision) que tuve. Pero hubo de todo, incluyendo varios juegos no Atari que me trajeron mis padres de un viaje a EE.UU. como el Demon Attack (que era parecido al Phoenix) y claro, títulos clave como el Pac-Man (el más vendido para la consola) o el funesto E.T.

Después de eso, mis recuerdos son más bien difusos… No sé qué habrá pasado con la consola y con los cartuchos (¿los habrán regalado mis santos progenitores?). Lo que sí recuerdo es que algunos años después mi obsesión se trasladaría hacia los primeros computadores personales. Todo el mundo tenía un Atari 800XL y yo… tuve un flamante Commodore 64 con disketera. Pero eso es harina de otro costal y tema para otro posteo.


(En la columna derecha de este blog, en el apartado Emuladores, se encuentra un link al Proyecto Stella, título original que tenía el Atari 2600. El link conduce a un soberbio emulador de la consola)

 

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Películas·Reseñas·Videojuegos

Transformers: The Game: Menos de lo que Ves

Desde que los famosos robots transformables se hicieron masivos en nuestra cultura pop, por allá a mediados de los 80s, fue natural que los videojuegos fueran de la mano con el fenómeno. Porque una cosa era verlos, pero otra muy distinta era controlarlos. El Commodore 64 y el Sinclair ZX Spectrum fueron testigos de los primeros juegos basados en la serie televisiva y en los juguetes que Hasbro nos dio a conocer acá en Occidente. Pero esos juegos nunca estuvieron a la altura. Es más: eran bastante malos y poco creativos, dado el tremendo potencial que ofrece la franquicia: numerosos robots de distinto porte y tamaño, transformaciones en diversos vehículos y armas de grueso calibre a granel; lo más cercano a un sueño húmedo diurno masculino. De eso, poco y nada se vio en videojuegos durante esa década dorada.

La verdad sea dicha, de una media docena de títulos basados en la serie, sólo uno merece nuestro respeto: el Transformers (2004) creado para el PlayStation 2, y basado en la saga televisiva Armada. Entonces, tres años después, había expectación por un nuevo título de la saga, más aún considerando dos grandes factores: sería el primer juego para las consolas de nueva generación –lo que de cierta manera garantizaba que el juego fuese visualmente muy atractivo– y cómo no, la película. La de Michael Bay. La que todavía está en cines en este momento.

Ahora tenemos una nueva adaptación de película-evento a las consolas. A todas las consolas. Y con los mismos problemas de siempre: una historia corta y poco inspirada (¡a pesar de su fuente!), mecánicas de juego flojas y poco atractivas y una sensación general de que el juego se hizo con muy poco amor.

Porque si bien a la película de Bay se le pueden hacer múltiples críticas, al menos la cinta guardaba una cierta alma en donde uno podía llegar a emocionarse con tanta ñoñez y nostalgia con la que uno disfrutó cuando chico. Con el juego, eso no sucede.

La premisa básica del juego permite elegir campañas entre los dos bandos: Autobots y Decepticons. Si uno elije a los héroes, la historia sigue esa línea. Primero, comandando a Bumblebee a través de la ciudad y realizando labores menores (manejar del punto A al B) y luego con el resto, básicamente manejando y enfrentando a los Decepticons a lo largo del mapa. Es decir, transformarse, avanzar, transformarse de nuevo y pelear. Ad nauseam.

Autobots, transfórmense y adelante: pantallazo de la campaña Autobot. Créanme, se ve mucho más entretenido de lo que es.


Mientras, la campaña Decepticons es un poco más entretenida e intensa, ya que la premisa básica de esta parte es destruir. Tal como al comienzo de la película, encarnas a Blackout, quien debe destruir contrarreloj las inmediaciones militares en el desierto de Qatar con un atractivo arsenal de armas.

Luego, es lo mismo, pero con Skorponoc. Y así. Las campañas se alternan, hay algunas pequeñas misiones secundarias que ni siquiera vale la pena hacer y ya, estamos. ¿Entretiene? Claro que sí. Pero después de un fin de semana, ya estamos pensando en un próximo juego.

Gráficamente el juego satisface. No es algo para salir a la calle a gritar, pero los robots se ven bien, los detalles son rigurosos, las luces y sombras están a la altura y la ciudad, en general, se ve realista. Como es de esperar y como es la tendencia en la nueva generación de juegos, los escenarios son totalmente destructibles.

Y si bien el entorno responde con realismo ante los golpes y explosiones, la destructibilidad salpica demasiado y va en bloques demasiado gruesos. Eso le resta credibilidad a todo lo anterior. Y es altamente confuso. Más aún, si a eso le agregamos una cámara que, más que ayudar, confunde aún más la experiencia, tenemos un juego que lamentablemente tendrá que pasar a engrosar el baúl de los juegos-fomes-basados-en-películas.

Como sea, el juego obtuvo en GameRankings una puntuación que va entre el 50% y el 60%, siendo la versión para PSP la con peor puntuación (50.1%) y la versión para PC (60.6%), la mejor. Para más detalles, clickear por acá. Y el home del juego, por acá.

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Listas·Películas·Videojuegos

Películas Sobre Videojuegos

El otro día vi una película estrenada el año pasado en EE.UU. (por acá ni se asomó) que se llama Stay Alive. Era de terror teenage, actuaba Frankie Muniz (!) y tenía a los videojuegos como eje central de la trama. ¿Era buena? No. Para nada. Además, era media imbécil: se trataba de un grupo de chicos que jugaban en línea a un juego tipo Fatal Frame (que se veía bueno en pantalla), pero cuando morían en el juego, también lo hacían misteriosamente en la vida real. Yaaaaaaaa…

Stay Alive es de esas películas que le hacen un flaco favor al concepto de los videojuegos como algo que realmente merece ser tomado en serio por la industria del entertainment, en este caso, por el cine. No me refiero a que este tipo de películas deban ser "serias". Sólo digo que tienen que tener corazón. Creerse el cuento y no ocuparlas como un mero gancho para atraer chicos a las salas. Stay Alive definitivamente no tenía corazón, pero hay otras películas que a mi juicio sí tienen alma gamer. Acá va mi lista:

  • Tron, de Steven Lisberger (1982)

Cuando vi esta película, en el cine Huelén, debo haber tenido once o doce años y quedé chiflado. No lo podía creer. Estaba en plena luna de miel con el Atari 2600 y poder ver en el cine todo lo que uno se imaginaba que pasaba dentro de la consola. Era de otro planeta. Además, nunca antes se habían visto esos efectos especiales tipo neon mezclados con sepia. El concepto era muy bueno también, con Jeff Bridges, que era dueño de un arcade increible y programador capo de videojuegos, que es succionado (digitalmente, claro) a un súpercomputador. El resto hay que verlo. Y disfrutarlo. La película no es tan, tan buena, pero la experiencia visual es irrepetible. Aún 25 años después.

No mucho tiempo después vi Juegos de Guerra en un recién inaugurado cine Pedro de Valdivia, con unos compañeros de curso un inocente sábado por la tarde. Lógico: por esos días, los videojuegos y las computadoras (bueno, los Atari 800XL, los Commodore 64 y un par con Macs) eran nuestras vidas y no existía nada más. Y ver que un escolar como uno (Matthew Broderick, a quien nunca le cambió la cara), hackeando la red del colegio para cambiar las notas y luego, en plena onda Pandilla Computarizada, se metía de puro aburrido a jugar con la red del sistema de defensa de los EE.UU., gatillando la Tercera Guerra Mundial con los rusos. Tipo Missile Command, pero a nivel continental. Asombrosamente entretenida, esta fue una que marcó a toda una generación de computines y gamers.

Eran los días posteriores a El Hombre del Jardín y a Terminator 2 y la realidad virtual estaba totalmente de moda. Edward Furlong (que desapareció del mapa) es un adolescente fanático de los videojuegos al que le llega la novedad del año: un juego de realidad virtual, en donde descubre que los asesinatos que se cometen el juego son reales. Onda Manhunt, pero cruzado con Freddy Krugger. En general, todas las películas de terror que se sustentan en videojuegos (justamente tipo Stay Alive) no funcionan mucho. Y generalmente son bastante tontas. Esta no es la excepción, pero me acuerdo que me gustó mucho cuando la vi en ese momento, por los detalles que mencioné al principio. Pero tampoco se pierden de mucho.

Esta tiene que ser una de las películas que mas he gozado y que más me he repetido en el último tiempo. Es estúpida, pero increiblemente divertida. Un tipo de 36 años (Allen Covert, un clon stoner y medio looser de Mel Gibson) que trabaja como tester de videojuegos es forzado a vivir con su abuela (la vieja de Everybody Loves Raymond), que termina siendo seca para jugar. Hay varios detalles que la hacen una película gamer imprescindible. La onda, el lugar de trabajo de los chicos (Briainasium!), los personajes, y Demonik, el juego orgullo del protagonista, que me encantaría ver de verdad (se veía muy cool). Producida por Adam Sandler (de hecho, la mayoría del elenco son sus amigotes) la verdad, podría hablar horas de esta película.

  • Y la mejor de todas: eXistenZ (David Cronenberg, 1999)

David Cronenberg es uno de mis directores favoritos de la vida. Todo lo que ha hecho, sin excepciones, me raya. Fácil en mi top 5, junto con Woody Allen, Scorsese, Tarantino y Frank Capra (por mencionar los primeros que se me vienen a la cabeza, la lista es debatible). Y justamente eXistenZ es una de las que más me gustan. Porque tiene que ver con videojuegos, claro.

Trata acerca de una diseñadora estrella de videojuegos (Jennifer Jason Leigh, ¿qué pasó con ella?) que, testeando su nueva creación -lo que da el título a la película-, involucra a una serie de personajes en algo que no se distingue si es realidad o… cualquier otra cosa. Jude Law, como el héroe con cara de gil está perfecto. Los efectos especiales son alucinantes y el concepto te deja la cabeza dando vueltas.

La película es creativa, profunda, entretenida, rara, subliminal. Hipnotiza a ratos. Tiene de todo y cómo Cronenberg mete el tema de los videojuegos delata que el tipo tiene de verdad alma de gamer. Me encantaría hablar con él sobre videojuegos. Es más: si fuese diseñador, estoy seguro de que haría el juego del año.

Mención especial va para la emotiva El Último Guerrero Espacial (Nick Castle, 1984), donde un cabro chico es llevado a pelear en una batalla cósmica tipo La Guerra de las Galaxias (pero con muchísimo menos presupuesto), por el sólo hecho de que el tipo era bueno para los videojuegos y por ende, bueno para manejar sofisticadas naves de combate.

Y eso sería.

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Listas·Videojuegos

Transformers: Los Juegos

Como buen chico nerd fanático de los Transformers, durante los días en que TVN transmitió la serie animada durante mediados de los ’80, inevitablemente durante mi tierna adolescencia tuve que experimentar con los juegos que salieron en su momento basados en los monos de Hasbro.

  • TRANSFORMERS: LA PRIMERA GENERACIÓN (1985 / 1986)

Transformers fue el primer videojuego que ocupó la licencia de la en ese entonces explosiva popularidad de la serie televisiva y su línea de juguetes complementaria. El videojuego, desarrollado exclusivamente para el Commodore 64 y el Sinclair ZX Spectrum, fue editado por Ocean en 1985. Yo lo tuve en versión Commodore.

La base del juego era en esencia la de un shooter horizontal: gobernabas un equipo de cinco autobots que debían luchar contra la amenaza Decepticon en medio de un aburrido Cyberton. Los robots se transformaban (primitivamente), e incluso volaban (¿?). Incomprendido por su compleja jugabilidad y dificultad (para la época al menos), el juego fue virtualmente ignorado. ¿La verdad? El juego era malo, repeptivo y altísimamente frustrante, porque básicamente… no había nada que hacer, excepto dar vueltas a la pantalla como un idiota.

Un año, y casi con la misma suerte, Activision editó, también para el Commodore 64, el Transformers: The Battle to Save the Earth, creado nada menos que por David Crane –papá del Pitfall–. El juego era más orientado hacia el juego de rol (incluso había hasta líneas de diálogo), pero en definitiva pasó sin pena ni gloria en medio del océano de títulos para esa entrañable primera generación de computadores hogareños.


  • TRANSFORMERS: BEAST WARS (1997 / 1998)

Fuera de un par de títulos exclusivamente diseñados para el mercado japonés durante la segunda mitad de los ’80s, la franquicia no tuvo nuevos videojuegos hasta que la serie televisiva se reactivó con la línea Beast Wars. Honestamente, lo poco que vi no me hizo enganchar y nunca pesqué la serie. Las versiones originales de este juego fueron editadas en 1997 para PlayStation y pocos meses después para PC y Mac, de la mano de la misma Hasbro. Luego, un par de años después, el juego fue trasladado como una versión distinta a la consola Nintendo 64 y al mismo PlayStation con el título de Transmetals.

El juego permitía por primera vez elegir bandos: podrías ser uno de los Maximals o uno de los Predacons, con cuatro personajes por bando. El juego tuvo pésimas críticas en todas sus versiones, básicamente, porque tampoco había mucho que hacer. Fome.


  • TRANSFORMERS (2003 / 2004):

Este título, inspirado en la época en que comenzaron a transmitir por televisión la saga Armada, no defraudó. Y justo cuando el PlayStation 2 se consolidaba como la consola de videojuegos más popular del mundo.

La historia poco y nada tiene que ver con la línea original que uno conoció, pero sitúa a Optimus Prime en un mano-a-mano con Megatrón, un ejército de robots clones y en la búsqueda de unos mini-cons en la Tierra. Todo, en tercera persona, con escenarios bastante amplios y una jugabilidad entretenida. En verdad, ¿importa tanto la historia? Lo que queremos ver a es a robots transformándose fluidamente y sacando sus mega armas.

Y en ese sentido, la cosa funciona bastante bien, aunque sólo hayan disponibles sólo tres autobots: Prime, HotShot y Red Alert. Podrían haber dispuesto un poco más, pues. El título se juega en tercera persona con los robots circulando vastas áreas abiertas en busca de los famosos mini-cons, que les dan poderes suplementarios.

El juego fue editado mayo del 2004 a través de Atari, y tuvo mayoritariamente buenas críticas, aunque sí se fustigó su complejo sistema de botones y –los más nostálgicos- de que el juego estuviera basado en Armada, en vez de la serie original. Pero aún así, sigue siendo el mejor videojuego basado en la serie. Hasta ahora.

Un año antes, la japonesa Takara sacó un título de rol especialmente para el mercado japonés con el mismo nombre -pero con el apellido Tataki-, y con una variada selección de robots para elegir.

  • TRANSFORMERS: THE GAME (2007)

Esta nueva versión de los monos mecánicos transformables dá más o menos en el blanco. Más que un juego original, es una adaptación de la película, y en ese sentido, son muy similares: ambos son ruidosos, despelotados y no se entiende muy bien qué pasa. Pero si te gusta ver robots agarrándose a coscachos, esto está bien. Por un rato al menos.

Además, permite jugar del bando de los Autobots y defender la Tierra o ser alguno de los Decepticons y tratar de acabar de acabar con el planeta. Hay harto escenario destructible, harta carrerita, buenas vistas, pero ya. Al final, uno se queda con el gustito de que aún no se le ha hecho justicia a la serie con un juego que esté a la altura.

En fin, el juego ha sido editado por Activision para todas las plataformas. Las versiones son bastante similares entre sí, excepto la versión para Nintendo DS se ve particularmente interesante, porque el juego viene en dos versiones: Autobots y Decepticons. En general, la versión para Xbox 360 ha sido la más comentada.

¿Ustedes? ¿Tienen algún favorito? ¿Y les gustan estos monos o yo rayo de puro freak?

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Clásicos·Videojuegos

Shmups: Por Qué Nos Gusta Tanto Matar Marcianitos


A través del portal ClassicGaming, me enteré de que en EE.UU. van a organizar una competencia dedidacada a los shmups en la ciudad de Oconomowoc (sic), Wisconsin. Organizado por un grupo de gente, entre ellos el blog dedicado a este género, Shoot the Core, la idera es pillar al mejor jugador de esto estilo en el mundo. (Por si te interesa, las bases están por acá).

Pero, ¿a los qué? ¿Shqué?!?… Tranquilidad. Los shmups se refieren a los shoot’em ups. Ya sabes, esos juegos donde desde a una nave matas marcianitos. Porque desde la época del cuasi estático Space Invaders y su ominosa música a lo Tiburón, matar marcianitos se ha transformado casi en un, eh, estilo de vida. Para algunos, al menos. Gente que uno conoce por ahí… El punto es que estos shooters sí que tienen harto cuento. Es más, son considerados como un género propio, al que se le denomina “shmups”, apócrifo de “shoot’em up”.

Y me quise tomar la molestia de hacer un breve recorrdio personal, de acuerdo a mi exposición en el género, sobre los shmups que me ha tocado jugar. Son hartos, así que lo haré en al menos dos partes. Y me di cuenta que el fanatismo hacia el género es bastante extenso, con una cuantiosa lista de sitios que honrar e informan sobre el tema. De hecho, si buscan una historia cronológica exhaustiva sobre el tema, hagan click por acá. Pero más rato.

Pero ¿qué hace que un shoot’em up -shmup de ahora en adelante- califique como shmup? Bueno, hay ciertas teorías. O clichés. Una detallada lista al respecto puede ser pillada por acá. Ahora, vamos a la historia.

Variaciones dentro de este subgénero hay muchas, pero sí podríamos estar de acuerdo en mencionar al ultramegaclásico Space Invaders (Taito, 1978) como el papá de estos títulos. Si bien al Spacewar! se le considera no sólo el primer shooter per se, sino que también el primer videojuego de la historia, podemos considerar al Space Invaders como el más tradicional de los shmups clásicos.

Pero claro, con todas las innovaciones tecnológicas en 3D, pensar en un shooter tradicional hoy en día sería un poco ingenuo. Pero eso no quita lo bien que uno lo pasaba disparando sin cesar, toda una tarde, agarrando power ups y esquivando lluvias de balas.

¿El concepto principal? Una nave espacial o avión de combate (casi siempre en punta, casi siempre azul y rojo el segundo jugador) avanzando por el espacio (o lo que la imaginación dictaba) disparando sin parar a un ejército de bichos de distintos calibre y forma. Todo, mientras se esquiva una verdadera coreografía de balas. Muy sencillo. Días felices.

¡Un, dos, tres, momia es!: En un Delta de Valparaíso había un cartel que decía: "los videojuegos estimulan la coordinación psicomotriz". Yo lo creía. Aún lo creo. En el Space Invaders, como en cualquier videojuego, si no eres coordinado, no llegas ni a la esquina.


Pero hagamos más memoria. Principios de los ochenta. Luego del boom de los marcianitos monocromáticos que descendían, comenzaron a aparecer diferentes versiones del mismo cuento. Por esos días, recuerdo cuando un amigo me dijo: “hay un juego nuevo, es como el Space Invaders, pero los bichos esta vez bajan ¡de a uno!, en grupo o no, pero se mueven. A veces individualmente”. Me costó un buen rato asimilar la idea. Hasta que volé al Delta más cercano (Delta 11, en el Pueblo del Inglés) y efectivamente, ahí estaba. Era el Galaxian (Namco, 1979). Era increíble. Y a colores. Rompía esquemas.

Según Chris Lindsey, director del National Video Game and Coin-Op Museum (Museo Nacional de los Videojuegos) en St. Louis "Capitalizó con el entusiasmo de la era dorada de los videojuegos creada por el Space Invaders al proveer una experiencia más colorida, divertida y demandante. Galaxian tenía enemigos más inteligentes que los del Space Invaders, por tanto requería que el jugador prestara mucha atención a lo que sucedía en la pantalla. Además, no había escudos, como los tienen muchos juegos de hoy."

Luego vino el Phoenix (Amstar, 1980), con acaso el primer boss del que tengo recuerdo (la nave grande al final), y el popular Galaga (Namco, 1981), de los primeros juegos en donde podías tener un upgrade (la nave capturada que después podías recuperar para ensamblarla) y un novedoso bonus stage. Como a muchos, me quedé pegado con los bichos del Galaga por demasiados meses. Incluso, cuando logré tener una deslavada versión en diskette para el Commodore 64.

Pero Namco tenía más: dos años depsués, en 1984, lanzaron el Gaplus (también conocido como Galaga 3) que era más de lo mismo, pero claro, con mejores gráficos, más difícil, velocidad infartante, formaciones freak y otros detallitos. Muy entretenido, especialmente el bonus stage.

Darle hasta que duela: el Phoenix fue de los primeros shmups que incorporó el concepto de un boss al final de las etapas.


Los shooters se fueron diversificando, claro. Aparecieron algunos horizontales, como el Scramble (Konami 1981) o el pionero Defender (Williams, 1982). Pero los más populares siguieron siendo los verticales.

Un paso adelante en esta evolución fue la llegada del popular Xevious (Namco, 1982), cuyas principales particularidades eran que podías disparara a tierra con bombas (segundo botón) y los escenarios iban avanzando. Toda una locura para la época, amén además de los sofisticados efectos metálicos de los bichos y naves enemigas.

¿Y el 1942? Por dios, que maravilla de juego. Tantas tardes pensando que era uno de los tigres voladores, volando sobre el Pacífico derribando zeros. El juego fue sacado por la japonesa Capcom (¿probablemente su primer gran hit?), y tuvo notables secuelas: el 1943: The Battle of Midway, el 19XX: The War Against Destiny y el 1944: The Loop Master (no es talla).

Capcom fue de las marcas que más se asoció con este género, sacando un buen puñado de títulos de esta onda, como el Vulgus. Pero quizás la más recordada sea el Gunsmoke (Capcom, 1985). En rigor, junto con el Commando (su hermano más viejo, también de Capcom), funcionaba como un shmup. El vaquero funcionaba perfectamente como la analogía de una nave espacial. Pero claro, en el viejo oeste. Ja, qué manera de rayar con ese juego. Me recuerda a la playa en verano. En fin. No nos desviemos del tema.


We shall return: Para mi gusta, el mejor juego de la serie fue el 1943. El resto ya fue un poco musho más de lo mismo.


Antes de entrar a la época dorada de los shooters verticales a fines de los ochenta, mencionemos que en 1985 salieron a la calle dos shooters que ya daban pie de lo que se veía venir.

Títulos como el Tiger Heli (Taito, 1985), un complicado juego donde un helicóptero militar evitaba balas y destruía lo que se movía, gracias a dos mega bombas que eran de los más novedoso par la época y el Gradius (Konami, 1985), que si bien era un shooter horizontal, presentaba novedosas innovaciones, sobre todo en materia de armas y upgrades.

 

Dale con el látigo: shooter horizontal, el Gradius permitía arrastrar esas pelotas que daban vuelta alrededor de la nave. Como esos amigos jotes, pero que idual ayudan.


Reconozco que me pegué varios meses al
Gradius, mientras que el Tiger Heli (que a su vez dio paso al Twin Cobra) lo encontraba particularmente difícil. El Gradius, a su vez, dio paso a otros verticales notables como el Darius (Taito, 1986; lo jugué en los Diana, en un cabinete horizontal enorme), el Salamander o el fantástico R-Type (Irem, 1987).

Es más, esta última saga, junto con el Gradius y la de los 19XX son consideradas como las tres dinastías principales en la historia de los shmups, según Wikimup, el portal wiki sobre el tema. Pero lo más freak estaba por venir…

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Clásicos·Videojuegos

Pole Position: 25 Años de Carreras


Cuando el tiempo pasado, la nostalgia y los flashbacks mentales chocan con la realidad actual, extrañas manifestaciones químicas se producen en el cerebro. Me explico: hasta hace poquísimas semanas estaba jugando elaborados juegos como Need for Speed: Carbon y Burnout Dominator.

Y de sopetón, leyendo algunos blogs, cai en que el primer juego de carreras que tuve en mis manos, fue el Pole Position (el Night Driver lo omito a propósito), este año cumple ¡25 años! Y me quedé varios minutos divagando sobre esos años felices a comienzos de los ochenta

¿Me da la pasada?: El Pole Position original, cuando lo jugaste en los Delta, circa 1983.


En fin, 25 años. Tal cual. Cuenta
Wikipedia que fue en 1982 que la Namco -también creadores del Pac Man, Rally-X , Dig Dug y muchos otros-, le ofreció a Bally Midway dos juegos para distribuirlos en los EE.UU.

Uno fue el Mappy y el otro, el Pole Position. Bally eligió el Mappy (giles) y Atari, a regañadientes, el Pole Position. ¿Y qué pasó?, el juego de carreras terminó siendo el videojuego más popular de 1983, por lejos.

A favor, del viento voy a correeeeer: el humilde traspaso del Pole Position al Atari 2600. La imaginación hacía la mitad del trabajo.

Luego, el juego fue editado para el Atari 2600 y 5200, Commodore 64 (acá también lo tuve) y ZX Spectrum, entre otros, siempre con gran éxito. Pensar en un juego así hoy sería insulzo, claro está, pero en ese momento era adrenalina pura.

Pues bien, acá está el juego para bajarlo y replicar largas tardes de leche con milo y pan con palta. Finalmente, para rematar, el video original del comercial hecho por Atari en 1982. Imperdible.

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