Siempre me han gustado las revistas. De toda la vida. El concepto de una pequeña guía temática especializada que debiera salir religiosamente cada cierto tiempo no sólo es un placer de de tener en las manos y, de paso, la más deliciosa manera de informarnos de algún tema predilecto. Además, nos hacen sentir partícipes de algo mucho más grandes que nosotros. Y, también, que no estamos solos.
Obviamente, las revistas de videojuegos en particular poseen un especial espacio tanto en mi vida profesional como en la de fanático de los videojuegos. Tengo una colección nada despreciable que incluye revistas brasileras, españolas, inglesas y norteamericanas. Me faltan sólo algunas japonesas, como la Famitsu.
Pero si hasta cumplí mi sueño -de corta duración, lamentablemente- de tener mi propia publicación dedicada al tema. Duró poco, pero fue la primera revista de videojuegos hecha en Chile. Fue muy bueno, mientras duró.
Más tarde, este mismo blog dio noticia acerca de otras publicaciones próceres que fueron tristemente mordiendo el polvo (aunque algunas parecen ¿resucitar?). Y claro, si a eso se le suma la imparable oleada de blogs -como este mismo- que cubren de una manera mucho más dinámica y al día el tema, lógicamente la pregunta sobre si una revista especializada tiene sentido en el mundo de hoy se hace válida.
Mi humilde opinión, después del salto…