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Earth Defense Force 2017: Rápido y Furioso (Y con Poco Presupuesto)

Estamos frente a una nueva generación de juegos, y como tal, se exige rigurosidad acorde con los tiempos: se demanda producción, buenos gráficos, historia, etc. Es natural. Puede que los juegos actuales tengan más peso tecnológico y logren generar mayor impacto visual. Es cierto. Y es agradable constatar como la tecnología efectivamente va avanzando de la mano con nuestro pasatiempo favorito. Pero hay algo que es irremplazable y que finalmente decide si el juego vale la pena o no: su factor de entretención. Si un juego entretiene, puede pasar la prueba con honores. Mientras, por muy visualmente sorprendente que sea otro, si es fome, nunca se ganará el corazón de un gamer. Puede que sorprenda por unas horas y ya. Sería todo. Y este titulo menor es un muy buen ejemplo del primer caso. O sea, entretención pura.

El escenario del Earth Defense Force 2017 no puede ser más sencillo. Ñoño, incluso. Eres parte de una tropa de elite encargada de defender el planeta de una ominosa invasión extraterrestre que incluye hormigas gigantes, arañas gigantes, robots gigantes y platillos voladores gigantes. Todo es gigante en el juego. Enormemente gigante. Y en grandes cantidades. Hay veces que las oleadas de hormigas, robots y arañas ahogan la pantalla y uno exclama frases del tipo “¡Se pasóooo!”, “Musho”, “Qué abuso” o “¡Este juego sí que es chulo!”. Eso último también se repite harto durante el juego.

Pasa que la producción del juego se nota que no contó con mucho presupuesto: los monos son rascas, los gráficos son pobretones, el doblaje en inglés son cursis y parece que fueron hechos por la familia de los diseñadores antes que por actores profesionales. Los bichos son chulos y la onda del juego es media flaite. En resumen, se nota que el juego fue hecho con dos pesos.

Pero qué más da. La entretención es lo que prima en este discreto, pero altamente atractivo shooter en tercera persona proveniente de Japón. De hecho, esta es técnicamente la tercera parte de una saga en donde bichos gigantes y humanos armados pelean frente a frente, de gran éxito en la tierra del sol naciente.

Dale con el látigo: parece David contra Goliath. El soldadito no tendrá una honda, pero sí posee un vastísimo arsenal de armas para deribar a los gigantescos bichos.


Lo mejor de todo es la simpleza del juego. Elijes dos armas entre miles de variedades de escopetas, lanza misiles, granaderas, rifles de largo alcance, bombas, metralletas y un sinnúmero de armas especiales, todas con municiones ilimitadas. Una vez escogidas las armas, se va a la pelea. Los escenarios van desde entornos urbanos en donde todo, TODO es destructible (uno dispara una bala y se cae un rascacielos de 40 pisos) a oscuras cavernas, cañones y ríos y playas abiertas. También está la posibilidad de subir a tranquees, helicópteros y robots, pero la experiencia dura poco. Las máquinas apenas se mueven.

La historia se divide en poco más de 50 episodios con distintos niveles de dificultad, pero quizás lo mejor de todo es la posibilidad de jugar en cooperación. Coop, como se le conoce. Porque al no tener la posibilidad de una opción multijugador, esto es lo que hay para jugar con amigos. Amigos de carne y hueso, aclaremos. Y cuando eso sucede, la sinfonía de destrucción ya no puede ser más entretenida. De eso esos juegos que no se dejan hasta altas horas de la madrugada. Un verdadero must.

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Transformers: The Game: Menos de lo que Ves

Desde que los famosos robots transformables se hicieron masivos en nuestra cultura pop, por allá a mediados de los 80s, fue natural que los videojuegos fueran de la mano con el fenómeno. Porque una cosa era verlos, pero otra muy distinta era controlarlos. El Commodore 64 y el Sinclair ZX Spectrum fueron testigos de los primeros juegos basados en la serie televisiva y en los juguetes que Hasbro nos dio a conocer acá en Occidente. Pero esos juegos nunca estuvieron a la altura. Es más: eran bastante malos y poco creativos, dado el tremendo potencial que ofrece la franquicia: numerosos robots de distinto porte y tamaño, transformaciones en diversos vehículos y armas de grueso calibre a granel; lo más cercano a un sueño húmedo diurno masculino. De eso, poco y nada se vio en videojuegos durante esa década dorada.

La verdad sea dicha, de una media docena de títulos basados en la serie, sólo uno merece nuestro respeto: el Transformers (2004) creado para el PlayStation 2, y basado en la saga televisiva Armada. Entonces, tres años después, había expectación por un nuevo título de la saga, más aún considerando dos grandes factores: sería el primer juego para las consolas de nueva generación –lo que de cierta manera garantizaba que el juego fuese visualmente muy atractivo– y cómo no, la película. La de Michael Bay. La que todavía está en cines en este momento.

Ahora tenemos una nueva adaptación de película-evento a las consolas. A todas las consolas. Y con los mismos problemas de siempre: una historia corta y poco inspirada (¡a pesar de su fuente!), mecánicas de juego flojas y poco atractivas y una sensación general de que el juego se hizo con muy poco amor.

Porque si bien a la película de Bay se le pueden hacer múltiples críticas, al menos la cinta guardaba una cierta alma en donde uno podía llegar a emocionarse con tanta ñoñez y nostalgia con la que uno disfrutó cuando chico. Con el juego, eso no sucede.

La premisa básica del juego permite elegir campañas entre los dos bandos: Autobots y Decepticons. Si uno elije a los héroes, la historia sigue esa línea. Primero, comandando a Bumblebee a través de la ciudad y realizando labores menores (manejar del punto A al B) y luego con el resto, básicamente manejando y enfrentando a los Decepticons a lo largo del mapa. Es decir, transformarse, avanzar, transformarse de nuevo y pelear. Ad nauseam.

Autobots, transfórmense y adelante: pantallazo de la campaña Autobot. Créanme, se ve mucho más entretenido de lo que es.


Mientras, la campaña Decepticons es un poco más entretenida e intensa, ya que la premisa básica de esta parte es destruir. Tal como al comienzo de la película, encarnas a Blackout, quien debe destruir contrarreloj las inmediaciones militares en el desierto de Qatar con un atractivo arsenal de armas.

Luego, es lo mismo, pero con Skorponoc. Y así. Las campañas se alternan, hay algunas pequeñas misiones secundarias que ni siquiera vale la pena hacer y ya, estamos. ¿Entretiene? Claro que sí. Pero después de un fin de semana, ya estamos pensando en un próximo juego.

Gráficamente el juego satisface. No es algo para salir a la calle a gritar, pero los robots se ven bien, los detalles son rigurosos, las luces y sombras están a la altura y la ciudad, en general, se ve realista. Como es de esperar y como es la tendencia en la nueva generación de juegos, los escenarios son totalmente destructibles.

Y si bien el entorno responde con realismo ante los golpes y explosiones, la destructibilidad salpica demasiado y va en bloques demasiado gruesos. Eso le resta credibilidad a todo lo anterior. Y es altamente confuso. Más aún, si a eso le agregamos una cámara que, más que ayudar, confunde aún más la experiencia, tenemos un juego que lamentablemente tendrá que pasar a engrosar el baúl de los juegos-fomes-basados-en-películas.

Como sea, el juego obtuvo en GameRankings una puntuación que va entre el 50% y el 60%, siendo la versión para PSP la con peor puntuación (50.1%) y la versión para PC (60.6%), la mejor. Para más detalles, clickear por acá. Y el home del juego, por acá.

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SWAT 4: El Brazo Largo de la Ley


Este juego es viejo, pero igual vale la pena comentarlo. La reseña salió publicada en el actual número de la revista Rolling Stone (la con Homero en la portada).

El número anterior comentábamos la buena salud que viven los siempre atractivos shooters en primera persona –o fps– en el mundo de los computadores personales, que hasta ahora siguen siendo la mejor plataforma disponible para jugarlos. Se sabe: esa irreplicable combinación de teclado y mouse –y en general, mejores gráficos– hacen que la experiencia sea mucho más satisfactoria que en consolas.

La gran diferencia con los títulos clásicos de fps –Doom, Quake, Unreal, CounterStrike, Half-Life 2– es que en esta ocasión los disparos no son a mansalva. Hay que pensar un poquito. Detenerse y analizar situaciones. Tampoco hay escenarios futuristas ni de ciencia-ficción. Y mucho menos monstruos ni demonios espaciales. Acá los malos son seres humanos. Bueno, patos malos. Y la idea no es avanzar y disparar como energúmenos. No negaremos que eso es entretenido, pero este juego ofrece otra modalidad: la del shooter táctico. Con estrategia. Como los juegos de Tom Clancy tipo Rainbow Six, el Ghost Recon o la saga Delta Force.

Tu personaje y tu equipo son integrantes de una unidad SWAT. Tú eres el líder, claro. La misma de las películas y que claro, existe en los EE.UU. Como tal, acá, la idea es que si te vas a enfrentar a una balacera, rehenes o amenzas de bomba, lo hagas de la manera más discreta posible. Ojalá que nadie salga herido. Es más: el juego te anima a que no ocupes armas letales para doblegar y arrestar a los malos. Tú eres el que comanda las distintas órdenes a tus cuatro compañeros virtuales, así que tú decides. Y no hay espacio para errores. Es más, las misiones se van pasando de acuerdo a un sistema de puntuación, en donde se te descuentan puntos por no arrestar a los malos o por matar civiles. En ese sentido, el nivel de tensión antes de entrar a un escenario es máximo.

Me da un whopper doble por favor: ser piola y pasar inadvertido es la consigna de este fps táctico-estrtégico- policial.

Pero al mismo tiempo, el juego puede llegar a ser tremendamente frustrante. Las distintas circunstancias alrededor de un caso pueden ser tales, y las órdenes demasiado precisas, que fallar –no por que te maten, sino porque no logras el objetivo que te pide el juego– puede ser más común de lo que uno espera. Sobre todo si el dedo en el gatillo es más rápido que el pensamiento.

Al juego no le fue nada de mal al momento de ser comentado. En GameRankings, el Swat 4 tiene una nota que alcnaza el 85%. Nada de mal. Popr acá está el home.

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Tenchu Z: Silencioso y Mortal (y Fome)

En el amplio mundo de los videojuegos, los ninjas siempre han sido protagonistas de varios títulos y aventuras varias que van desde clásicos arcade como el Dragon Ninja o el Shinobi a sagas más estables como la del Ninja Gaiden o ésta, la del Tenchu, que en japonés quiere decir “castigo del cielo”. Whatever.

El caso es que esta saga, a diferencia de su contrincante clásico, el Ninja Gaiden, no funciona como un juego de acción puro. En vez, se centra en el arte mismo del ninjitsu tradicional, es decir, actuar y atacar sigilosamente sin que nadie te pueda ver. Casi como si fueras invisible. Y ese es justamente el punto de este juego, que se apoya en otros juegos stealth como la saga Metal Gear Solid. Pero acá estamos en medio del Japón feudal, donde también se entrecruzan elementos fantásticos y típicos de la mitología nipona en la historia.

La serie comenzó con el PlayStation original y actualmente hay varios títulos disponibles para la Xbox y las consolas portátiles. El Tenchu Z es la última adición a la franquicia y el ocatvo en la serie.

En esta nueva versión, exclusiva para la Xbox 360, vuelves a comandar a uno de los dos protagonistas de la serie en medio de una guerra civil entre clanes feudales. Entre dojos, bosques y azoteas, la idea es sorprender a los enemigos y rebanarlos con la katana –u otras armas–, entre misiones secundarias que involucran a traficantes de opio, mercaderes corruptos y monjes pervertidos.

La jugabilidad y el comando de los protagonistas son extremadamente técnicos, porque claro, la idea es que no te descubran. Entonces hay que ocupar mucho las sombras y cubrirse. Todo el rato, aunque si quieres ir repartiendo sablazos a mansalva… también funciona. Y si bien las fórmulas de ataque son más o menos satisfactorias (lo serán aún más para los fanáticos de la serie) finalmente los resultados cansan rápidamente, debido a una cierta monotonía en las acciones. En otras palabras, al poco rato de jugar, el Tenchu Z peca de fome.

¿Sientes como se hunde?: Diría que hay que tener una paciencia oriental para poder disfrutar este juego en clave stealth que definitivamente no satisface.


Pero quizás lo más grave de todo es la mediocridad gráfica del juego. Uno asume que ya a casi un año de haber comenzado esta nueva generación de consolas, exista una media mínima de calidad gráfica. Esa que no te permita decir: “esto se vería igual en un PlayStation 2”. Eso acá no sucede. Y a estas alturas, eso es imperdonable.

El juego tuvo una puntuación de un 58.6% en GameRankings, que creo está bien merecida. El home del juego, en todo caso, por acá.

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Forza 2 Motorsport: Señores, Enciendan Sus Motores

Una consola no se puede apreciar en todo su potencial hasta que escupe su primer simulador de carreras de autos. Todo el mundo quedó babeando, por ejemplo, cuando el PlayStation 2 estrenó el Gran Turismo 3 A-Spec el 2001. Claro, porque mostraba los atributos gráficos y de procesamiento de la maquinita casi a un nivel pornográfico de gusto. Y si bien la Xbox 360 ha demostrado lo mismo con un buen puñado de juegos –Gears of War o Dead Rising, por ejemplo– es éste el título que hay que ver, experimentar y disfrutar para poder entender el verdadero músculo de una consola de nueva generación.

Digamos que esta secuela del Forza, que tuvo su debut en la Xbox original el 2005, viene a ser el simulador estrella, la verdadera vedette gráfica en lo que a automóviles se refiere, de Microsoft. Sony tiene el Gran Turismo, la Xbox el Forza. Y este último título definitivamente lleva la delantera. Claro, consideremos que el Gran Turismo HD ya está disponible desde diciembre para PlayStation 3 y el juego –hermoso, visualmente un siete, etc.– no pasa de ser mero maquillaje para esconder un juego que esencialmente es el mismo de siempre. Por lo menos hasta que salga el Gran Turismo 5.

En ese sentido, el Forza 2 es poderosísimo y superior. Por muchos motivos. Vamos desgranando. Aparte de que el juego fue presentado oficialmente en nuestro país por el ex piloto Alejandro Schmauck, lógicamente lo que primero llama la atención son los intrincados detalles visuales de los más de 300 automóviles y escenarios disponibles. Ver en acción tus autos es de verdad sobrecogedor en ese sentido, sobre todo considerando que se pueden personalizar hasta en los más mínimos detalles, gracias a un potente editor gráfico.

El detalle cobra especial relevancia si se considera la capabilidad online del juego, que permite jugar a distancia contra ocho competidores en línea alrededor del mundo. Y acá no sólo gana el que llega primero, si no que también el que posee el cacharro visualmente más enchulado. Por una cuestión de honor, claro.

Luego, tenemos el gran detalle –y acá sí que dejamos al Gran Turismo atrás– que es que los autos presentan daño y desgaste a medida que corren. Y los daños van desde raspones mínimos a pérdidas totales, con una escala de daños fabulosa y realista. Así, las carreras en circuito –cómo no, replicados de autopistas y ciudades reales– son una delicia. Hay emoción, señores.

Pedal to the metal: en serio, las vistas de los autos y el noivel de detalle es casi pornográfico. Lo que para este suscrito es algo positivo.
 

Y como minas en un nightclub, las estrellas del juego son los autos, siendo el Nissan 350Z el modelito principal del juego. Hay de todo: Audi, Volvo, Toyota, Lamborghini, Mazda, Peugeot, BMW, Jaguar, Dodge, etc.; mejor que la misma Feria del Automóvil.

Y ojo, que el juego además se le puede conectar un volante inalámbrico especialmente diseñado para la ocasión, que estará disponible en Chile próximamente. Ahora sí que se puede andar a 280 km. sin preocuparse de nada. A lo más, de volver a apretar retry.

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F.E.A.R.: I Ssee Dead People

Salvo excepciones, se sabe que los fps (en inglés, first person shooters) son juegos que gozan particularmente de buena salud en la plataforma PC. La abundancia de títulos es generosa (mucho más, al lado de lo disponible para consolas), la jugabilidad adquiere una dimensión totalmente nueva gracias al uso conjunto del mouse y el teclado y en general, los gráficos son superiores (hasta ahora al menos, ¿ya vieron el Crysis?). Ejemplos hay varios: desde clásicos como el Doom, el Quake y el Unreal, a joyitas más nuevas como la saga Half-Life o los shooters bélicos tipo Call of Duty.

Así, el F.E.A.R. (cuya sigla se refiere a ti, porque eres una unidad de first encounter assault recon) se inscribe como un potente y atmosférico shooter en primera persona que guarda algo de semejanza ambiental con las aventuras de Gordon Freeman en el Half-Life 2, pero con un twist: si bien el objetivo es contener un misterioso fenómeno paranormal y aniquilar un ejército de soldados clones en un lóbrego escenario cuasi futurista, el detalle es que estos ingredientes están mezclado con una fuerte dosis de película de horror oriental al más puro estilo El Aro. Resulta que a medida que la historia avanza y vas recogiendo complejas (y muy entretenidas) armas, se entrecruza una fantasmagórica chiquilla que susurra y se aparece a pito de nada.

El resultado es inquietante. No se sabe de dónde diablos aparece la cría y por qué. Luego, vuelve a hacerlo. Y de nuevo. Y comienza asentarse una curiosa sensación de angustia y hasta horror. Es raro. Inquietante. Porque es un shooter, donde a lo más, te sube la adrenalina. Eso, aclaremos, es positivo. Sobretodo en un género que generalmente, también, cae en lo repetitivo de sus historias. Si a eso le sumamos características en bullet time (cámara lenta) y un interesante arsenal de armas (esa arma de partículas es insuperable) y escenarios (que sí, a la larga se hacen repetitivos), tenemos un shooter en verdad descollante.

Doom + Half-Life 2 x horror japonés = uno de los mejores fps disponibles actualmente.


El juego fue estrenado originalmente para PC el 2005 y recibió elogios unánimes. Un año después, vino el traspaso para la Xbox 360, cosa que hizo de manera bastante fiel y sin mayores variaciones visuales gracias a su potencial en alta definición. Y ahora ha llegado la versión para PlayStation 3. La sorpresa es que considerando todo los petardos técnicos en el currículum de la PS3 (incluyendo su cacareado procesador Cell), ésta es la versión que peor traslada la ambientación y gráfica del juego original para PC.

¿Difícil de creer? Puede ser. Y si quedan dudas, es cosa de buscar las comparaciones disponibles en Youtube para salir de cualquier incertidumbre. Se sabe: ver para creer. El home del juego está por acá. Como siempre, esta reseña apareció originalmente en la revista Rolling Stone.

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Shrek The Third: Ogros verdes Pedorros

Lo hemos comentado varias veces. El combo película taquillera/videojuego ya no es ninguna novedad. Tampoco es novedad que estos juegos la mayoría de las veces sean mediocres versiones que a lo más sirvan como material para descarga. De internet, digo. Y el caso de Shrek the Third es justamente ese, amén de que –reconozcámoslo- los títulos inspirados en el ogro verde de Dreamworks nunca han sido del todo destacables (¿Shrek Super Slam? Por favor). Ahora, como la película es apuesta segura, es lógico que el juego, por defecto, también lo sea.

En este tercer volumen con las aventuras de los personajes de la saga (además de algunos cameos sorpresa), la historia –dividida en 20 niveles– sigue los pasos de su versión fílmica, en donde Shrek y sus amigos deben ir en busca de un nuevo líder que gobierne el reino de Muy Muy Lejos.

Primero, aclaremos que el juego es esencialmente para niños. Para el primo chico. O el sobrino. Pero también para papis. Es un juego de plataforma absolutamente family-friendly, por supuesto en tercera persona, donde se pueden seleccionar los diversos personajes del filme, además del mismo Shrek. Todos con sus particulares habilidades

Segundo, el juego se ve bien. No es en absoluto una réplica de cómo se ve la película, pero el juego se ve bien. Aceptable. Agradable. Sobretodo la versión para Xbox 360, aunque eso es obvio. Como así también deducir que la versión para Wii es la más “entrete” gracias a la funcionalidad del wiimote. Los diálogos están ok, algunos son graciosos, pero hay demasiado ruido genérico que se repite demasiado y cansa al poco rato. Un buen detalle es que a diferencia de lo clásico en estos juegos, la barra de energía es reemplazada por un sistema que nubla la pantalla a media que recibimos daño. Y si nos alejamos, recobramos energía, muy en la onda del Call of Duty.

Un, dos tres, momia es: Shrek y su doble teatral se encuentran en el mundo de Muy, Muy Lejos. Donde los videojuegos son genéricos y poco inspirados.


La dinámica es típica: hay que juntar monedas, recoger objetos secretos, pegarle a cajas y a enemigos de fábrica, etc. Además, el camino está salpicado de sencillos puzzles y fluidas mecánicas de pelea, que a ratos son simpáticas. Sólo a ratos. A propósito, se mantiene el humor de baño de las películas –para bien o para mal. En ese sentido, si no se está en el target del juego, igual se puede jugar por un corto periodo y sonreír a ratos con el humor y los diálogos de los personajes. Si no, mejor jugar al Spider-Man 3, uno de los pocos ejemplos donde el juego supera a la película. Porque acá, eso no sucede.

El juego, como era de esperar no ha tenido muy buenos comentarios. El puntaje promedio que sacó el juego fue de 57. Mediocre, para mi gusto. Finalmente, el home del juego se encuentra por acá. (Este comentario, como todas las reseñas, es un artículo publicado originalmente en la revista Rolling Stone)

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Spider-Man 3: A Combos y Telarañas

"Freak? I’m the freak? Have you looked in the mirror lately?" — Eddie Brock

Que el fenómeno Spider-Man se esté expandiendo como tela de araña por el mundo no es ninguna novedad: lugar donde se ha estrenado la tercera parte del superhéroe creado por Stan Lee para la Marvel Comics en 1962, ha roto récords de público y taquilla en todos lados. Sólo en los EE.UU. recaudó más de 150 millones de dólares durante su primer fin de semana. Todos quieren ver al arácnido disparar sus telas de araña por la ciudad. Y bueno, para que nadie se quede fuera, la benevolente gente de Sony ha decidido que todos puedan jugar al juego. En cualquier consola. Esa sí que es novedad.

El juego en sí no dista mucho de la versión anterior: es básicamente un beat’em up en tercera persona, pero en ambiente abierto, tipo Grand Theft Auto. Obviamente, eres Spider-Man/Peter Parker y debes concretar distintas misiones alrededor de los rascacielos y la ciudad de Manhattan que, esta vez, como ciudad-escenario, es bastante más grande que en los episodios anteriores. Se agradece que al igual que en las versiones anteriores, el gran Bruce Campbell (el mozo francés en la 3ª parte) siga guiando el tutorial con sus chistes fomes. Además, y como complemento, el juego ofrece más de 30 kilómetros de subterráneos y líneas de metro.

También, el sistema de combate está mejorado y más variado, aunque no necesriamente más sencillo. De hecho, se parece bastante a las cinemáticas interactivas del God of War o del Resident Evil 4, en donde debes seguir una secuencia de botones para ver las escenas en todo su esplendor. La novedad proviene del nuevo traje negro “simbiótico” de Spider-Man, que le permite tener movidas más brutales, además de un medidor de rabia, tipo Scarface. Pero para ser francos, después de ver ciudades tan bien diseñadas como en el sensacional Crackdown, Spider-Man palidece un tanto. Sobretodo, en las versiones para PS2 y Wii.

Mi sentido arácnido está vibrando: Spidey en todo su esplendor HD, mientras se balancea por Manhattan buscando patos malos.


El juego sigue la línea central de esta tercera parte, pero además, se complementa con otras subhistorias, misiones extra y nuevos villanos clásicos del cómic que no aparecen en la película, como Scorpion, Electro, Rhino, Morbius y otros más dependiendo de la consola, eso sí.

A propósito de lo anterior, hay que insistir que el juego varía considerablemente dependiendo de la plataforma en que se juegue. Las versiones para Xbox 360 y PlayStation 3 son básicamente iguales en cuanto a gráficos y contenidos, mientras que las versiones para Wii y PS2 se ven bastante inferiores gráficamente que sus hermanos mayores. Lo que sí, la versión para Wii gana por utilizar creativamente el wiimote mientras Spidey se balancea a través de Manhattan. Tal como uno se imaginaba cuando se disfrazaba de chico. Sólo eso ya hace que valga la pena.

El juego tuvo una calificación variada en Metacritic, dependiendo, claro, de la consola en que se juegue. En todo caso, el resultado general es más bien mediocre y sí, estamos de acuerdo. Sobre todo por la ridícula curva de dificultad del juego. En fin, el home del juego, distribuido por Activision, está por acá, mientras que una versión especial del juego para Wii se puede pillar aquí.

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Heatseeker: Explosiones Aéres Hi-Tech

Que levanten las manos los que alguna vez se sentaron a jugar ese fenomenal arcade llamado After Burner. Ya saben, ese juego que sacó Sega por allá por 1987 y que todos los que alucinamos con Top Gun nos sentíamos como Maverick piloteando un F-14 sobre el Atlántico. Fue de los primeros simuladores arcade que exitosamente lograban trasladar la emoción de manejar un avión de guerra, pero en un ambiente dinámico, sencillo de manejar y sobre todo, explosivo. En resumen, un deleite de experiencia.

El Heatseeker, desarrollado por el veterano equipo de Codemasters, se nutre de lo anterior para crear un juego que en esencia es básicamente un After Burner enchulado, a medio camino entre un simulador del tipo Ace Combat, pero con un pie puesto firmemente en los códigos del arcade tradicional. En otras palabras, sacrifica realismo por entretención.

El juego te sitúa en medio de un conflicto terrorista, según nos enteramos por un noticiario ficticio. Eres parte de un Comité Internacional de defensa que busca acabar con los planes de un dictador cargado de ojivas nucleares (¿guiño a Corea del Norte?). El juego ofrece la posibilidad de pilotear más de 30 aeronaves modernas, incluyendo el siempre popular F-15, el futurista F-35 Lightning II, el poderosísimo F-22 raptor y el siempre impresionante (aunque obsoleto) Blackbird SR-71 en misiones que cubren suelo americano, el Caribe y hasta el territorio antártico.

Pero quizás lo más destacable del juego, más allá de lo atractivo que son los combates aéreos, es el pequeño gran detalle de que al disparar misiles, una cámara adosada al proyectil permite ver la trayectoria de éste, hasta el momento de impactar (o no) al avión enemigo. Si bien al principio la cosa marea, al final termina siendo un gran agregado que permite disfrutar más profundamente al juego. Claro, siempre es agradable presenciar una flamante explosión aérea.

Qué lo pilleeeen, que lo atrapeeen: una de las lindas vistas del Heatseeker. Un juego entretenido, simpático, a ratos novedoso, pero nunca como para volverse loco.

En ese sentido, la experiencia varía por consolas. La versión para Wii, gracias a su control sensible al movimiento, permite que los controles del avión sean hechos por los movimientos físicos del jugador. Nada de mal. E incluso más entretenido.

La versión para PS2 sacó un puntaje de 61 en Metacritic, mientars que la versión para Wii, 64 (la de PSP no estaba disponible). O sea, ahí, salvando. La página oficial de Codemasters, por acá.

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Weekend RoundUp 15/04/07: Edidicón Tortugas Ninja

Confieso que me estoy dejando llevar por la resaca de la temporada. Ando flojo. Pero eso es debido a que no han salido juegos que de verdad valgan la pena ni grandes novedades, a excepción del clásico "ya viene" (ver post a continuación) o seguir hablando por enésima vez del God of War II. No me malinterpreten, por favor. Sigo creyendo que la nueva de Kratos es uno de los mejores juegos de la vida (aunque no sé si sea mejor que la primera parte, la nueva tiene demasiados puzzles para mi gusto), pero fuera de eso, poco más.

Por eso, con el PlayStation 2, tengo en segundo plano al Heatseeker, un arcade de los veteranos británicos de Codemasters, que funciona como un cruce entre el Ace Combat y el clásico Afterburner, de Sega. Pero la verdad no me agarró tanto. Ni siquiera por la novedosa cámara que sigue a los misiles hasta que impactan (buen detalle, pero no es suficiente).

Otra cosa que me apesta son los juegos doblados al español. Me refiero al español de España (no al castellano neutro de las pelíuclas, por ejemplo). Es que no soporto el sonsonete ibérico en los juegos. Que una chica lo diga (onda Penélope Cruz), todo bien. Incluso, súper sexy. Pero en los juegos no. Es una de las cosas por las que aplaudo a las consolas de nueva generación: seleccionas el idoma que quieres y listo. Nadie te impone nada, joer!

No voy en tren, voy en avión: el Heatseeker está ideal para los fans ochenteros del Afterburner. Harta explosión, poca simulación.


El otro que saqué, a propósito de la novedad en cines, fue el de la nueva vesrión de las Tortugas Ninjas, también conocidas como
TMNT. Bien fome el juego. Y básico. Entretiene por una tarde y sería todo. Mientras jugaba, me acordé del clásico Tortugas Ninjas del Nintendo de 8 bits, que jugaba en la casa de una polola, con su hermana chica. Claro, era la época de los monos animados de las tortugas, que pasaban en las tardes por Canal 13, hacían furor. Y era la época también de las películas, que la verdad, eran bien, bien malas.

Turtle power!: Vuelven las tortugas come pizzas. ¿Qué preferirán? ¿Domino’s o Pizza Hut? Hmm…

Aprovechando, también me metí al bazar de la Xbox Live para bajar alguna cosilla. A saber: la versión de prueba del clásico Defender (enamorado del juego desde los 10 años del juego, aunque siempre fui malísimo). Lo malo es que sólo se puede jugar hasta ¡la primera etapa! Es decir, nada.

Además, como me quedé con el bichito de los mechs a propósito del Lost Planet, también bajé el trailer del Armored Core 4, que según rezaba la pantalla, estaba aún en desarrollo (se nota, el demo era bien espartano). Finalmente, también bajé el demo del chachareado Boom Boom Rocket, de los mismos creadores del maravilloso Geometry Wars. Y bueno, si te gustan los juegos de ritmo (o rhythm games, onda Guitar Hero), está bien. Yo, la verdad, me aburro rápidamente.

Dale, dale con el beat: el Boom Boom Rocket es ideal para los fanáticos del Guitar Hero que no tengan la guitarra. O para stoners que quieran ver fuegos artificiales. Da lo mismo.

En cuanto a noticias, poco. Destaco que Sony decidió no fabricar más el PlayStation 3 de 20 gigas (me parece bien). ¿Pasará lo mismo con la Xbox 360?

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Dead or Alive: Xtreme 2: No Culpes a la Playa

La franquicia del Dead or Alive es vieja. Y, se supone, popular. La saga comenzó en las salas de flippers como un aracde por allá poor 1996, como un juego pelea ‘one-on-one‘ al estilo Mortal Kombat, Tekken o Street Fighter que incluso tiene hasta un par de películas inspiradas en el juego (una de Takashi Miike, y otra más nueva y más hollywoodense). Desde entonces, ha habido varias secuelas y juegos basados en ese título original. Como éste, que la verdad no tiene mucho que ver.

Este título (que tiene el apellido “Xtreme”) es una variación que básicamente sitúa al jugador en un resort playero. El detalle es que los personajes del juego son puras chicas veinteañeras de origen multicultural que gozan de un esculpido físico y una voluptuosidad que dejaría pálida a cualquier de las argentinas festivaleras de por acá.

El juego y la historia en sí son bastante freak, como buen título de origen japonés. Mezcla de ‘party game’ (es decir, mini juegos) con algún The Sims, el objetivo del juego es pasarlo lo mejor posible en el paradisíaco y tropical resort playero de Zack Island. Eliges a una de las chicas y listo: puedes hacer lo que quieras durante el día, ya sea tomar sol en la playa o en la piscina, forjar amistades, ir de compras, jugar un partido de voleyball, andar en motolanchas y hacer carreras e ir al casino, además de hacer amigas en el lugar, entre muchas otras actividades que más allá de cautivar principalmente al público masculino por el nivel de detalle de los escenarios y particularmente de las chicas, el juego no ofrece mayores sobresaltos.

Visto de otra manera: gran asombro por la capacidad gráfica, desilusión por lo superficial del juego en sí. Al final, DOA es un título más para mirar que para jugar. Si tan sólo el stock de trajes de baño de las chicas es para quedar boquiabierto, y para qué hablar del ululante movimiento de sus pechos. ¿Juego voyerista? Y por qué no.

A mo-ver el coolo: créanlo o no, uno de los mini juegos del DOA es una pelea de potazos en medio de una piscina. Uf.


Todo lo anterior, adornado con una banda sonora extremadamente veraniega, happy y playera que incluye a gente como Big Mountain y Hilary Duff transforman a
DOA Extreme 2 en una divertida –aunque breve– experiencia voyerista digital o en el juego más gratuito de la historia.

El juego obtuvo una claidfifacion de 53 en Metacritic. Ninguna sorpresa. Y la página oficial de la serie está por acá. Finalmente, como regalito, el trailer del juego (muy recomendado) que resume el carácter del jueguito. Y si el fanatismo se vuelve obsesión, acá hay un foro que también le puede gustar a los más cochinones.

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Ghost Rider: Cabeza en Llamas

I’m the only one who can walk on both worlds. I’m Ghost Rider — Johnny Blaze.

Ghost Rider, la película basada en el cómic de la Marvel, ni siquiera fue mostrada a la prensa antes de su estreno en EE.UU. El motivo, como suele ocurrir, se debía a los malos comentarios dentro del circuito cinéfilo con la película. Incluso, se preveía que en taquilla la cinta protagonizada por Nicholas Cage iba a resultar un fracaso. Pero no. Pasó todo lo contrario y en su tercera semana la película recaudó más 100 millones de dólares. Lástima que con el juego no haya pasado algo similar.

Desarrollado por los estudios 2K Games, el juego no está desarrollado codo a codo con la película. Es más bien un híbrido que mezcla personajes del filme con situaciones del cómic original. Por ejemplo: no está Nicholas Cage ni Eva Méndez. Pero sí están Sam Elliott y Peter Fonda. O sea, en estricto rigor, no es el juego basado en la película. Aunque sí lo sea. Whatever.

El juego no es ninguna gran cosa. Es más, funciona como una copia descarada de la jugabilidad del magistral God of War, pero especialmente del Devil May Cry: manejas a Johnny Blaze en su descenso a los infiernos, y te enfrentas a un ejército genérico de monstruos de ultratumba a los que debes azotar con golpes, tu cadena o tu escopeta. A mayor cantidad de combos, más puntaje, lo que permite acceder a nuevos combos y acceso al arte original del comic, sus personajes, bocetos, etc.

Los escenarios son convencionales y la historia es lineal. Lo único que refresca es que cada cierto tiempo, Johnny Blaze pasa a manejar su motocicleta, lo que le otorga un poco de aire fresco a la monótona jugabilidad. Fuera de eso, poca novedad.

Mejor que el Transantiago: Johnny Blaze -más bien su alter ego demoníanco, Ghost Rider- recorre las autopistas del infierno en busca de seres sin alma para aporrearlos.

El juego está disponible para PS2 y PSP. En Metacritic el juego sacó un promedio de 54, mientras que la versión para PSP, sólo 48. En GameRankings obtuvo una puntuación de un 55%. Penca. ¿Son estos los últimos estertores del PlayStation 2?

Si bien todavía falta un par de títulos que le pueden sacar la última gota a la consola más exitosa de todos los tiempos –como el mismísimo God of War 2–,títulos como el Ghost Rider lo único que hacen es despedir al querido PS2 en un hálito de mediocridad. Por la dudas, la página oficial del juego se encuentra por acá

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